El esposo de una mujer que murió por sobredosis medicamentosa tras ser internada por un cuadro depresivo en un sanatorio privado en febrero de 2000, reclamó que se profundice la investigación sobre las causas del fallecimiento y que se aclaren algunos hechos que ocurrieron en el desarrollo de la investigación.
El 23 de febrero de 2000 Alfredo Molina internó a su esposa, Isabel Vicenta Núñez, en el Sanatorio Sagrado Corazón de María, en Sánchez de Bustamante al 400. La pareja había ido a una consulta al Hospital Carrasco, dado que la mujer estaba "muy angustiada" por la muerte de dos de los diez hijos que había concebido, y desde allí una médica la derivó al instituto privado. Molina señaló que en el Sanatorio los recibió la misma médica que los había derivado, lo cual le llamó la atención.
Dos días después, llamaron a la casa de Molina para avisarle que su mujer había sufrido un infarto. En ese momento, a partir del diagnóstico de los médicos que trasladaron a la mujer Hospital Provincial, Molina dio intervención a la justicia.
"Los médicos me dijeron que no tenía posibilidades de salvarse, que estaba prácticamente muerta", indicó el hombre. La mujer permaneció cuatro días en coma, durante los cuales fue revisada por el médico forense, hasta que finalmente falleció.
Según Molina, los distintos médicos que vieron a su esposa le indicaron que los síntomas correspondían a una sobredosis de medicamentos. "Se les fue la mano con los remedios. Le hicieron un desastre", recordó el hombre que le dijo el forense después de revisarla antes y después de su muerte.
Otro detalle extraño que Molina no olvidó es que el certificado de defunción extendido tras la autopsia indicaba "muerte violenta" como causa del deceso.
Sin embargo, ante la jueza Graciela Sedda, el forense dijo que la calificación de la muerte "se debía a un error". Esa declaración a Molina le resulta inexplicable. El hombre recordó que él mismo fue a buscar el certificado al Instituto Médico Legal y que el forense debió enmendar la fecha, ya que se había confundido. "Si revisó el certificado y se dio cuenta del error en la fecha es increíble que no haya visto lo que escribió como causal de muerte, que es el centro de su trabajo", indicó el hombre. Para Molina, ese hecho merece una explicación más apropiada.
En busca de una respuesta
Por otra parte, Molina señaló que los análisis no pudieron identificar los fármacos que había consumido la mujer "por la falta de una metodología adecuada", según indican los informes que constan en el expediente. Una de las dificultades fue que mientras la mujer estuvo en coma recibió suero, lo que hizo que liberara gran cantidad de toxinas. "Los médicos me indicaron que podía ser complicado identificar los fármacos que le causaron la muerte, pero a causa de no contar con los elementos de alta complejidad necesarios para detectarlos", indicó el hombre.
Por este caso fue procesada la médica psiquiatra que atendió a la mujer, pero en los primeros días de este mes la Cámara Penal la desincriminó al considerar que "había demasiadas dudas" sobre una supuesta actuación irregular de su parte. El tribunal planteó dudas sobre cuál fue el fármaco que provocó la reacción que llevó a la mujer a la muerte, que no pudo ser identificado, y la persona que se lo suministró. Pero ordenó que la investigación continúe.
Molina insistió en que no responsabiliza a nadie en particular por la muerte de su esposa, pero espera que la justicia determine lo que ocurrió entre el momento en que fue internada y su fallecimiento.
"Estaba muy triste pero no más que cualquiera que haya sufrido la pérdida de dos hijos. No entendimos por qué la dejaron internada, esperaba salir pronto porque extrañaba a los otros chicos y cuando volví a verla estaba prácticamente muerta. Nunca más puede hablar con ella", explicó el hombre, que quedó a cargo de los ocho hijos que tuvo junto a su esposa.
La Ciudad
