El gobierno nacional reconoció que no recibirá más crédito internacional y que tampoco cuenta con fondos suficientes para financiar el déficit del Estado nacional. Para ello ha declarado que cubrirá todos los déficit con Lecop, que son letras de cancelación de obligaciones provinciales, que hacen las veces de bonos con formas de billete.
De esta forma el gobierno toma medidas muy positivas, como la reducción de muchos impuestos que redundarán en aumento del consumo, pero al no compensar esta baja de ingresos con menores gastos queda una brecha a financiar que lo hará a través de estos bonos-billetes que vienen a reemplazar al dinero.
Es así como la moneda mala reemplazará a la buena y los ciudadanos preferirían circular con Lecop antes que con pesos que son convertibles por dólar, o con el dólar propiamente dicho.
De esto se desprende que sería muy probable que ante una emisión desmesurada de Lecop, los agentes económicos piensen en sacar del mercado los pesos cambiándolos por dólares, y se quedarían con Lecop para la circulación de moneda doméstica.
Las repercusiones serían una caída de las reservas, una menor circulación de pesos, y el Lecop se impondría como la moneda preferida para hacer transacciones.
Ante este escenario habría que observar si el gobierno aceptará indefinidamente a las Lecop a una paridad de 1 para el pago de impuestos, ya que si esta norma desapareciera, estos bonos podrían cotizar por debajo de la par y llevarían un efecto pobreza a sus tenedores.
En cambio si el gobierno emitiera Lecop, pero sólo hasta él limite de 1.300 millones de dólares como esta previsto en la carta acuerdo del Fondo Monetario Internacional, y por otra parte se diera una política de reducción de gasto público de modo tal de compensar los menores ingresos, estaríamos ante un escenario mucho más propicio para la reactivación económica.
El canje de deuda
El canje de deuda parece muy razonable, y a pesar de que el gobierno deba soportar una nueva baja de la calificación, es imprescindible solucionar el tema de la deuda externa de alguna forma. Aunque se violen derechos de propiedad a algunos de los tenedores, al menos ante un canje podrán cobrar, en cambio bajo las condiciones actuales recuperar lo invertido luce lejano.
Por otra parte, los bonos en la actualidad cotizan a paridades extremadamente bajas y una reestructuración de la deuda sin quita a un plazo promedio de 15 años con una tasa del 7% anual, colocaría a la mayoría de los títulos sometidos a canje en valores superiores a los de su cotización actual, y el riesgo país bajaría a niveles un 50% debajo de los actuales.
Debemos resaltar que estas medidas sin el debido consenso de la clase política lucen inaplicables, a pesar de que las tome el premio Nóbel de economía, o el economista más prestigioso del mundo.
En la jornada del día viernes, una vez más el mundo no le creyó a nuestro gobierno -algo entendible- ya que las medidas no guardan coherencia alguna, se apunta a la reactivación bajando impuestos, y se crean nuevos ministerios. No hubo una sola señal de rebaja del gasto político y menos aún de eliminación de secretarías.
El plan y la moneda
Si bien es un plan muy amplio que incluye una vasta cantidad de normas y decretos que aún tenemos bajo análisis, la primer impresión es negativa, ya que no se cree que este gobierno tenga la credibilidad suficiente para implementarlas.
Una vez más los problemas son más políticos que económicos, las medidas en más o en menos podrían ser consensuadas, aclarando que no debemos fabricar billetes sin respaldo o creer que por arte de magia desaparecen los déficit.
El dinero es un bien que debemos resguardar, si nuestra moneda pierde valor todo lo que rodea a la economía se desmorona. Tal vez la concepción de que el dinero es sólo un instrumento de política económica no lo comparta, y es por ello que no agrada que se maltrate a la moneda nacional, poniendo a circular cuanto papel se invente en la Casa de la Moneda, ya sea Lecop, Lecón, Patacón o Lechón.
La moneda es el bien más preciado que tiene un país, aquellos que trabajen para depreciarla estarán haciendo caer el nivel de vida de los ciudadanos, eso es lo que le esta pasando a la Argentina, vivimos en la última década rifando nuestras riquezas, financiando los déficit con endeudamiento. Ahora financiamos nuestro déficit con bonos, tal vez entramos en la década de la
"lecopmanía", y a medida que transcurre el tiempo en lugar de evolucionar involucionamos, pareciéndonos cada vez más a la década del 80 con Alfonsín, Sourrouille, Borderson, y compañía.