Patricia Bullrich fue peronista combativa en los 70, flirteó con el menemismo y el cavallismo, integró las huestes de Gustavo Beliz y ahora fundó su propio partido. En la Alianza, comenzó con perfil bajo en un cargo del Ministerio del Interior. Cuando Flamarique cayó en desgracia, De la Rúa la designó en la cartera laboral. La Piba, como la bautizaron los caciques sindicales, descolocó a los referentes gremiales con su estilo frontal. El autodenominado rebelde Hugo Moyano experimentó la furia de Bullrich en el primer debate televisivo que cruzaron. A cada paro que decretaban las dos CGT, la Piba contragolpeaba en el lugar más sensible de los sindicalistas. Un ejemplo: impulsó una reglamentación donde todos los dirigentes gremiales deben presentar sus declaraciones juradas de bienes. Ahora su destino está en el manejo de la agenda social, desde donde pretende combatir al clientelismo político. Su eficacia le parece sentar bien a De la Rúa.
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