Año CXXXIV
 Nº 49.290
Rosario,
domingo  04 de
noviembre de 2001
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Entrevista con el ex presidente de Uruguay antes de su visita a Rosario
Lacalle: la salida para nuestros países pasa por la apertura de los mercados
Para el líder blanco Argentina superaría el ahogo de la deuda si pudiera exportar sin barreras comerciales

Pablo Díaz de Brito

Luis Lacalle fue el único presidente del Partido Nacional o blanco que tuvo Uruguay en el siglo que acaba de terminar y el tercero desde que se fundara la formación, en el lejano 1836. Gobernó entre 1990 y 1995, cuando nació el Mercosur. La política la lleva en la sangre: es nieto del caudillo blanco Luis Alberto de Herrera, muerto en 1959. Su gobierno intentó un ambicioso programa de privatizaciones y modernización de la muy estatizada economía uruguaya que la izquierda del Frente Amplio se encargó de sepultar con dos referéndum en 1992. "Pero para lograrlo recibieron el apoyo de los colorados de (el ex presidente Julio María) Sanguinetti, que antes habían votado a favor de la ley", recuerda Lacalle. Tampoco es tierno con el heterogéneo Frente Amplio: "Es una bolsa de gatos, dicho con todo respeto". Sin cargos legislativos ni en el gabinete, es el jefe del Partido Nacional, que gobierna en coalición con los colorados del presidente Jorge Batlle desde marzo de 2000. Entrevistado por La Capital en su casona del barrio Carrasco de Montevideo, Lacalle repasó la difícil situación del Mercosur, las crisis argentina y uruguaya, y dio como salida a estos problemas la apertura de los mercados mundiales. "La deuda externa es un gran problema para Argentina, pero si se abrieran los mercados y pudiese exportar prosperaría y no tendría problemas en pagar la deuda". Lacalle transmite a quienes lo escuchan convicción, ideas claras -se esté de acuerdo con ellas o no- y ejecutividad. Atributos que acompaña con una simpatía típicamente uruguaya. El martes dará una conferencia en Rosario, invitado por la Fundación Italia (ver recuadro), institución que hizo posible esta entrevista exclusiva.
-¿Qué balance hace Ud. como líder del partido blanco de este año y medio de gobierno de coalición?
-Que no vuelva nunca más un año igual, para el Uruguay ha sido un año muy difícil, sobre todo por causas exógenas, por causas no dominables por uno. Tuvimos un golpe como el de la aftosa, que para nuestras exportaciones fue negro, porque habíamos abierto el mercado después de treinta años de vacunación. Luego está la situación de Argentina y Brasil, que son el 51% de nuestro comercio.
-Y la devaluación de Brasil de enero del 99.
-Sí, la devaluación del real, pero no sólo esto. Porque una Argentina jibarizada como es esta, en la que se esta buscando salir por lo pequeño, y esto va por mi cuenta, no le sirve al Uruguay, porque Argentina es un consumidor de nuestros productos más caros -los primarios van para Brasil. Y el gasto turístico argentino en nuestra costa, que es el ingreso más grande de divisas, también se ha resentido.
-Pero esta coalición de colorados y blancos ¿Cómo funcionó en este año y medio?
-Creo que bien, no olvide que es una coalición distinta a las anteriores. Los que llegábamos a la Presidencia (con la ley de lemas abolida en 1996) sabíamos que no teníamos mayoría parlamentaria (Lacalle gobernó también en coalición con los colorados) entonces había que buscarla después de la elección. Esta vez (en las elecciones presidenciales de 1999) se constituye la coalición (antes del ballottage) para definir la Presidencia. El presidente no es presidente en nombre del Partido Colorado solamente sino también en nombre del Partido Nacional (blanco) y de todos los que lo votaron, porque se votó sin lema, a la persona. En esos términos se inicia el gobierno, en base a un documento anterior a la elección que se ha ido cumpliendo y luego a lo largo de la marcha se han tomado decisiones de común acuerdo. Tenemos 5 ministros sobre 13, pero no nos limitamos a que les vaya bien a nuestros ministros, sino que miramos esto como una responsabilidad nacional.
-El gobierno de Batlle partió con un programa de "asociaciones" de privados a empresas estatales, en vez de privatizaciones directas, para el puerto, combustibles, ferrocarriles, etc. ¿Cómo está este proceso hoy?
-Lo de los ferrocarriles fue idea nuestra: privatizar el uso y no la propiedad. Algo parecido a las carreteras que pagan peaje. Fue un gran logro. Y luego la sociedad anónima para administrar el puerto fue una gran idea, un gran éxito. Se adjudicó con un precio que multiplicó varias veces el que se creía que se podía obtener. En el puerto, que siempre competirá con el de Rosario -en buenos términos amistosos- empieza este fin de año a funcionar la compañía privada que tiene sólo la terminal de contenedores, no todo el puerto. Por todo esto creo que el rumbo del doctor Batlle es bueno; quizás falta un poco más de sentido de la urgencia.
-En el 92 Ud. intentó un plan similar de privatizaciones.
-¡No, no, era mucho más grande! Lo propuse en la campaña electoral, pero también Batlle que fue mi rival entonces (1989), y ya en el gobierno propusimos y aprobamos una ley de empresas públicas. Pero ahí vino una de las curiosidades de nuestra vida política. Los votos en el Parlamento en favor de esta ley fueron de todo el Partido Nacional y de todo el Partido Colorado. Lo mismo pasó en el gabinete del Ejecutivo. Pero cuando se inicia el recurso contra la ley, el referéndum -previsto por nuestra Constitución- lo lleva adelante el Frente Amplio, pero lo apoya (Julio María) Sanguinetti y medio Partido Colorado. Los que habían votado la ley se pronuncian contra ella después. Fue una actitud que no vacilo de calificar de electorera, porque se hizo con el fin de privar al Partido Nacional de un éxito. Es una constante en la vida del doctor Sanguinetti esta de votar con el Frente Amplio, y bueno, derrotaron al gobierno, a nosotros, por unos guarismos impactantes: 72% contra 28%, gracias a esta alianza non sancta. Aquella ley fue una oportunidad que lamentablemente se perdió Uruguay. Estamos hablando de hace 10 años, que hoy es como hablar de la prehistoria. Además no era privatización a la argentina, dicho con todo cariño. El 40% (de las empresas a privatizar) quedaba en manos del Estado, que se valorizaba enormemente y ganaba una renta muy importante; el 8% era para los trabajadores,y el 52% era privado.
-¿Cómo ve el actual deterioro del Mercosur, Ud. que fue de los presidentes que firmó el acta de fundación de la unión?
-Le cuento un poco cómo nace el Mercosur. Yo era presidente novato, asumí en marzo del 90, y me entero por nuestro ministro de Exteriores que Brasil y Argentina están por firmar un tratado de mercado común a espaldas nuestras. Ya estaba redactado, nos iban a hacer un puente gigantesco. Entonces le digo al ministro: vamos a tener que ir a golpear la puerta y fuimos literalmente a golpear la puerta en Brasil, y así ingresamos. Y propusimos el ingreso de Chile y Paraguay. Chile no quiso, Paraguay sí, y así nace el Mercosur (el Tratado de Asunción se firma el 26 de marzo de 1991). Nace, y esto lo defenderé hasta el ultimo día de mi vida, como un proyecto económico-comercial. Punto. No confundir con la Unión Europea, con un Parlamento regional, con política exterior común. Porque yo política exterior común con Brasil y Argentina no quiero. Es una unión para fomentar el comercio, que quiere decir que nosotros en vez de venderle a tres millones le vamos a vender a 250 millones. El Tratado de Asunción decía cosas muy inteligentes: coordinación de políticas macroeconómicas, coordinación de políticas monetarias. Nada de eso se hizo. A su vez les encantó a los presidentes ocuparse de cosas como la cláusula democrática. Son las cosas boyas, como decimos acá, fáciles. ¿Quién va estar en contra, pero porqué no le hincaron el diente a la devaluación controlada, como hizo Europa? Nos hubiera zafado de la devaluación brasileña. Cuando Uruguay firmó el tratado en 1991 recorrí todo el país explicando lo que se venía con el Mercosur: hay que prepararse, hay que ajustar los costos, ser más eficientes, etc. No hicimos ni la reforma de empresas públicas, ni la de la seguridad social ni se modificaron las condiciones de competitividad.
-Argentina tuvo superávit hasta la devaluación del real en enero del 99. Sigue teniéndolo con el petróleo, pero sin este rubro tiene un déficit acumulado de más de 1800 millones.
-Pero no es tanto el superávit, que un año será para uno y al otro año para el otro, sino que lo que vale es la expansión del comercio. En esta materia, dos más dos dan cinco, porque hay sinergias.
-En Argentina esta crisis esta poniendo en discusión el llamado modelo neoliberal, que tuvo un fuerte consenso en los 90. ¿Se puede mantener consenso social a favor del mercado con las recetas ortodoxas del FMI?
-Los problemas de la región hoy están enmarcados en términos más comerciales que otra cosa. Ud. dirá con la deuda en 130.000 millones que este es el problema. Pero si tuviéramos libertad comercial, la Argentina prospera y paga su deuda, aún con esta carga sale adelante. Por eso lo más importante que va a ocurrir en el mundo no es el atentado a las Torres Gemelas, pese al horror que significa, sino lo que va a pasar en Qatar en estos días con la reunión de la Organización Mundial del Comercio.
Creo que en Argentina las privatizaciones no se usaron para fines de pago de deuda o capitalización. No se transformó patrimonio y ese es uno de los dramas de algunos procesos de privatización. La descapitalización del Estado no es la privatización. La privatización es cambiar de forma los patrimonios nacionales. Bajo mi presidencia vendimos la compañía de pesca y con eso hicimos liceos y escuelas, porque así lo puse en la ley.
-Domingo Cavallo multiplicó el gasto público y la deuda a partir del 95 y su sucesor Roque Fernández también.
-Es muy difícil cuando hay superávit no hacerse popular gastando. Pero es verdad que hay que hacer lo opuesto, guardar en las buenas para las malas. Hay que hacer políticas anticíclicas; ahora sería el momento de gastar en Uruguay, para reactivar.
-Justamente esa es la crítica neokeynesiana a este modelo del FMI, de déficit cero, mientras EEUU reactiva con fondos públicos.
-Sí, EEUU está aumentando el gasto en 80.000 millones. Por eso no hay que creerle mucho a los modelos. Cada modelo tiene sus cosas buenas. Hay que hacer una olla podrida, como decimos acá, poner un poco de todo.
-El problema es que no dan margen para hacer esas políticas, ni los organismos internacionales ni los mercados, por el nivel de la deuda.
-Y sí, como dicen los ingleses: el que pide no puede elegir. Pero creo que el problema principal de Argentina hoy es el de conducción, con todo respeto.
-Ud. sufrió un atentado en el 78.
-He sufrido los siguientes atentados: en el 72, bomba, de los Tupamaros; en el 78, vino envenenado de no sabemos quién, o no sabemos del todo. Mataron a una prima, porque mandaron cajas de vino a toda la familia. Después tuve capucha de los militares (Lacalle estuvo detenido unas semanas tras el golpe del 73). Del vino me salvé cuando ya tenía la copa en la mano. A cada botella le habían puesto veneno como para matar a un caballo. Mi prima murió en 15 minutos. Nos avisaron y nos salvamos. (Lacalle va a buscar una vieja foto en blanco y negro de su prima: se ve a una mujer joven rubia y distinguida).
-¿Cuánto cambió la vida política uruguaya a partir de la reforma del 96 que terminó con la ley de lemas?
-Fui uno de sus impulsores, para evitar las multiples candidaturas de la ley de lemas. Y luego está el ballottage como mecanismo para tener un presidente fuerte. Fíjese el caso de los tres presidentes anteriores a Batlle: yo tuve el 22% de votos directos (en 1989), Sanguinetti (en el 84 y el 94) el 19 y 2l%. De cada cinco electores sólo uno los había votado. De entrada había una falta de solidaridad con el presidente. Cambió mucho la posibilidad de que votáramos blancos y colorados juntos como hicimos en el 99; cambió el hecho de que los partidos tienen un solo candidato que se elige en internas, que se hacen un mismo día para evitar el cruce de votos.
-La política de derechos humanos de Batlle varió el tono respecto de las administraciones anteriores.
-El Uruguay cuando retoma el camino democrático aprueba lo que he denominado el "estatuto de la salida", que se compone de tres leyes. La de amnistía -no total- para los que habían matado, robado y secuestrado, es decir Tupamaros y compañía; la de reintegro de funcionarios públicos despedidos por razones políticas, y luego la denominada de caducidad, que es la de amnistía militar. Esta es objetada en un referéndum y aprobada por la gente. No es más ley por eso, pero políticamente es distinto. Estas tres leyes forman el estatuto de la salida. Todas con algún grado de injusticia: porque algún empleado tal vez fue bien echado por la dictadura, y merecían castigo muchas cosas hechas por los Tupamaros y por los militares. Pero se logró llegar a una situación de mirar a las grandes líneas. Lo que el doctor Batlle hace y yo apoyo es la Comisión para la Paz, en la que se busca a los desaparecidos, y me hago cargo que debe ser una situación horrorosa no saber a qué tumba ir a rezar o a llevar flores. Se trata de averiguar, dentro de las normas aprobadas y sin que implique revisión alguna de este estatuto del que le hablo, dónde fue que terminó sus días fulano de tal y dónde están sus restos.
-El récord de votos del Frente Amplio en las elecciones del 99 cambió la política uruguaya.
-Sin dudas es un hito histórico, en el momento en que los partidos perdimos la mayoría, aunque sea relativa. Los partidos tenemos 165 años, somos los mas antiguos del mundo (queda claro que Lacalle excluye al Frente Amplio o al Nuevo Espacio de la categoría de partido). El Frente es una fuerza muy heterogénea. Veamos lo que pasó con la Alianza en Argentina, y tenía dos socios. El Frente tiene doce o algo por el estilo, donde hay católicos, anticatólicos, comunistas viejos, socialistas viejos, socialistas nuevos, Tupamaros, que dicen que hay que volver a matar, como dijo el otro día el señor Juan Fernández, que afirmó que iban a armar a la gente si ganan las próximas elecciones. Es una bolsa de gatos, con todo respeto. Es mayoritario, pero tiene unas heterogeneidades muy grandes.


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