Año CXXXIV
 Nº 49.289
Rosario,
sábado  03 de
noviembre de 2001
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¿EL DT cerró el juego?
Bielsa no tendría intenciones de probar variantes

Walter Vargas

La política de convocatorias instrumentada con miras a los dos partidos que cerrarán las eliminatorias hace dudar seriamente de que Marcelo Bielsa abra el juego para los aspirantes a ganarse un lugar en el plantel que jugará el Mundial del 2002.
La ecuación es sencilla: después de los compromisos ante Perú y Uruguay llegará el receso de fin de año y apenas si quedará un puñado de amistosos antes del Mundial, que arrancará el 31 de mayo.
Teniendo en cuenta que la audacia táctica del entrenador es proporcional a su espíritu conservador en materia de incorporaciones, se hace difícil imaginar grandes novedades, por más esperadas que estas sean.
Naturalmente, del formidable momento del seleccionado argentino se deduce un amplio crédito para la mayoría de los jugadores que han formado parte del ciclo.
Pero el crédito, que excede al propio Bielsa, no convierte en intocable a todos, en el mejor de los casos a un grupo que, sometido a la subjetividad del caso, valdría enumerar.
Supuestamente, el director técnico apoya a rajatabla a dos arqueros (Germán Burgos y Pablo Cavallero), cinco defensores (Nelson Vivas, Roberto Ayala, Walter Samuel, Mauricio Pochettino y Roberto Sensini), dos laterales-volantes (Javier Zanetti, Juan Pablo Sorín), dos mediocampistas centrales (Diego Simeone y Matías Almeyda), tres enlaces (Juan Sebastián Verón, Pablo Aimar y Marcelo Gallardo), cuatro extremos (Ariel Ortega, Claudio López, Christian González y Gustavo López) y tres centrodelanteros (Gabriel Batistuta, Hernán Crespo y Julio Cruz).
Como la lista definitiva comprenderá 23 nombres, quedaría lugar para un arquero (¿Roberto Bonano o Gustavo Campagnuolo?) y un jugador de campo, probablemente un defensor o un mediocampista.
¿Hay motivos para especular con que el defensor elegido no sería ni Eduardo Berizzo ni Diego Placente?
Del mismo modo, ¿es demasiado apresurado afirmar que, salvo el imponderable de una lesión, el mediocampista restante no saldría de Claudio Husaín y Lucas Castromán?
Si, en efecto, en la cabeza de Bielsa pulsa la idea de que de esos 27 saldrán los 23 que viajarán a Japón-Corea, caben algunos interrogantes.
Habida cuenta de que no hay en plaza un gran arquero, lugar acéfalo desde hace mucho tiempo, ¿sería apresurado incorporar al prometedor Sebastián Saja?
¿En lugar de los veteranos Sensini y Berizzo, que ya han dejado atrás sus esplendores, no sería pertinente ofrecerle horas de vuelo al sorprendente Fabricio Coloccini o incluso a Facundo Quiroga?
A despecho de su flojo presente, ¿no es Esteban Cambiasso una alternativa válida para varios puestos?
¿Será cosa juzgada que Juan Román Riquelme verá el Mundial por televisión?
¿Cuáles serían los méritos incuestionables de Gustavo López, Cruz e incluso de Aimar?
¿No asoma a todas luces disparatada la posibilidad de que un crack de la talla de Javier Saviola deba esperar hasta 2006 para jugar un Mundial?
La capacidad de Bielsa no está en duda, desde luego, pero no hubo entrenador del seleccionado nacional que estuviera a salvo de errores, omisiones y caprichos.
Si abre el juego, si se permite experimentar, no en busca de un equipo sino de un plantel más completo, que es lo que requiere una competencia relativamente breve, que pone a prueba variantes y recambios, a lo mejor descubre que el menú de que dispone es más generoso de lo que él mismo cree. (Télam)


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