Pablo F. Mihal
Si hay algo que caracteriza al jugador de rugby argentino que no hace carrera en el exterior y que gracias a sus condiciones integra algún seleccionado es el temple, que lo ejercita casi permanentemente para sortear el martirio que significa cumplir con el calendario de partidos propuestos. En otras partes del mundo, donde muchos viven del juego, no se juegan la cantidad de partidos que se disputan aquí en forma continúa y desgastante. Ha de ser por eso que la mayoría de los rugbiers ya piensan (como cualquier profesional en su trabajo en esta parte del año, aunque ellos no reciban dinero) la llegada de las merecidas vacaciones. En ese contexto, y en un país donde los torneos no dan respiros y donde todo parece estar mentado para robots (no piensan que jugadores y entrenadores tienen que trabajar, estudiar o hacer ambas cosas a la vez), el año va llegando a su fin, pero antes de que ese tren llegue a destino faltan aún un par de estaciones. No hace una semana terminó el Campeonato Argentino de selecciones mayores -cuyos tramos finales fueron jugados en una doble jornada en pleno barro- y ahora esos mismos jugadores sumados a otro plantel jugarán en apenas dos días (sí, pasado mañana) para sus respectivos clubes en un torneo como el Nacional de Clubes donde el que pierde queda afuera con toda la presión que eso genera. Tampoco que hay que olvidar que el Argentino se jugó inmediatamente después que terminaron los competitivos torneos del Interior y de la Urba. Precisamente los ocho mejores de cada uno de estos torneos comenzarán pasado mañana a disputar una nueva edición del Nacional de Clubes -torneo que estuvo suspendido por dos años por problemas exclusivamente económicos-, sumándole una raya más al tigre. Algunos equipos, como el CASI, decidieron por su propia determinación bajarse del tren (Olivos, que terminó 9º en la Urba, ocupará una plaza) pero en general, el resto le pone el pecho a las balas. A los conjuntos rosarinos encima, la suerte les resultó esquiva. A todos. Ninguno se presentará en su cancha y ante su gente: tanto Jockey, como Duendes, Gimnasia y Atlético del Rosario jugarán de visitantes. Ninguno tiene el resultado asegurado. Todo lo contrario ya que sus compromisos son ante rivales de mucho nivel. Jockey, el campeón rosarino, enfrentará en Boulogne al SIC, un equipo que toma este torneo como una especie de revancha después de un mal año en el plano local. Duendes, en tanto, visitará al durísimo Regatas Bella Vista, Gimnasia y Esgrima a Hindú en Don Torcuato y Plaza a Cardenales en el jardín de la República. En los restantes partidos Alumni recibe a Los Tordos, Tala a Los Tilos, Universitario de Tucumán a San Cirano y La Tablada a Olivos. El sábado los relojes volverán a cero y los clubes comenzarán una nueva pulseada que será para los jugadores por partida doble. Primero porque tendrán que sortear al rival y después vencer al propio cansado acumulado. Casi nada.
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