| | Editorial Junto a los inundados
| Así como se ha señalado críticamente desde estas columnas las responsabilidades que distintas administraciones no supieron asumir para anticiparse al drama que hoy viven los inundados en el sur de nuestra provincia, junto a los del norte bonaerense, La Pampa y el sudeste cordobés, se debe también reconocer que el gobierno santafesino ha sabido reaccionar con celeridad la última semana, con el traslado hacia esa zona de gran parte de su equipo técnico y la elaboración de un proyecto alternativo para encontrar una salida autónoma al problema. Se trata de que la provincia esté al lado de los colonos, que sufren el dolor por la pérdida de sus tierras y la incertidumbre sobre su futuro, acompañándolos con sus medios y recurriendo a todas las iniciativas posibles para aliviar la situación, o bien para contenerla frente a un inminente agravamiento a raíz de las nuevas lluvias. Las presencias desde el último viernes de funcionarios de primer nivel, con un helicóptero y vehículos todoterreno para llegar hasta los lugares más afectados, y del gobernador en persona este domingo sobrevolando el lugar, dialogando con los afectados y comprometiéndose a llevar toda la ayuda posible para amortiguar la emergencia revelan un cambio de actitud, tan esperado como necesario de sostener en el tiempo. El gobernador acierta con estos gestos, que tienen un gran significado en horas difíciles. Con su propio helicóptero y en complicadas condiciones climáticas, con todo el riesgo que ello implica, recorrió varios departamentos, y hasta descendió en un campo aislado para asistir una anciana. En cuanto al proyecto de descomprimir los espejos de agua a través del arroyo del Medio, dada la empecinada posición bonaerense que inhibe la derivación de las aguas por su pendiente natural hasta el río Salado, no queda más que alentar su concreción, y ojalá la Nación así lo entienda. Una salida injusta, habida cuenta de que las aguas bajan al sur provincial desde Buenos Aires y Córdoba, pero que le otorga independencia a Santa Fe y puede llegar a materializarse en menor tiempo que el que demandan las grandes obras proyectadas por la Secretaría de Infraestructura. Quizás de este difícil momento pueda extraerse como positiva la toma de conciencia definitiva sobre el invalorable patrimonio que la provincia posee, fuente de productividad y desarrollo, cuya defensa deberá ser una constante preocupación de gobierno y ciudadanía.
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