Año CXXXIV
 Nº 49.285
Rosario,
martes  30 de
octubre de 2001
Min 11º
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El voto bronca

Tal como se preveía, la marea impresionante de abstenciones, votos en blanco y nulos, fueron el hecho destacado de los comicios del 14 de octubre. Cerca de once millones de argentinos eligieron este camino. Según cifras oficiales, comparando con las elecciones de 1999, el voto en blanco creció de 827.625 a 1.687.280; el voto nulo pasó de 170.985 a 2.247.314 y la abstención trepó de 4.787.161 a 6.658.073. El "voto protesta" -sin contar las abstenciones- se impuso en Capital Federal, Santa Fe, Río Negro y Tierra del Fuego; fue segunda fuerza en Buenos Aires, Mendoza y Neuquén; y también tuvo una fuerte presencia en el resto de las provincias. Sin dudas, estamos en presencia de un fenómeno nuevo, que conviene analizarlo minuciosamente, por las implicancias que puede tener de aquí en más en la política argentina. En la historia reciente el voto en blanco fue usado por la gente, no así la abstención y el voto nulo. En las elecciones de Constituyentes de 1957 y en las presidenciales de 1963, millones colocaron el sobre vacío en las urnas; tenían una justificación: estaba proscripto el partido fundado en 1945 por el general Perón. Los votoblanquistas enviaban un mensaje claro que se podía leer de la siguiente manera: "no estamos de acuerdo con ningún candidato". Lo nuevo de las pasadas elecciones es la irrupción de las abstenciones y fundamentalmente del voto nulo. La crisis económica
-llevamos 35 meses ininterrumpidos de recesión- que ha llevado a la desocupación y pobreza a una amplia franja de la población, la corrupción generalizada instalada en todos los estamentos de la República, la inseguridad, pero fundamentalmente las promesas electorales incumplidas por la mayoría de la dirigencia política; son causas que influyeron en esta inédita decisión de la mayoría de la ciudadanía. Quienes escogieron este camino, como mínimo, ponen en tela de juicio la democracia representativa. Muchos de ellos se preguntan hasta dónde es cierto que en la democracia "el pueblo delibera y gobierna a través de sus representantes"; la experiencia desde el 83 hasta ahora indica lo contrario: se votaron programas que nunca se llevaron a la práctica y terminaron gobernando los grandes grupos económicos. Para Horacio Cheresky, profesor de economía política de la UBA, el llamado voto protesta "constituye la expresión más radicalizada de un ánimo más extendido de disconformidad". Según su opinión, la mayoría de los partidarios del "voto positivo" comparte las posiciones de los más díscolos y por eso votaron contra el modelo. El mensaje de las urnas fue contundente. Con mayor o menor dureza la sociedad argentina se manifestó por un cambio.
Oscar Ainsuain


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