| | cartas Esperar, contra toda esperanza
| Estando embarazada de dos meses de mi sexto hijo, mis nenas contrajeron rubeola y el médico (que sabía que había fallecido una hijita con una cardiopatía congénita) nos aconsejó un aborto terapéutico al tener yo también los síntomas de la enfermedad. Puede nacer ciego o repetir el problema cardíaco. La decisión era mía. No dudé, pero busqué a un sacerdote amigo que antes de serlo había perdido esposa e hijos en un accidente. Hombre de dolor profundo, su palabra tenía siempre, a causa de esto, gran sabiduría. Seguimos adelante, con la esperanza puesta en Dios, Padre de toda vida. "La Virgen también es madre -me dijo- te va a entender, escucha las súplicas de otras madres. ¡Comprometéla, pedíle, exigíle que cuide de tu bebé!" Esta última palabra me pareció muy fuerte, pero también lo era el momento que vivíamos. Todo fue bien. Ese niñito que nació sano hoy es papá de cuatro hijos y yo, eterna agradecida, soy una mamá de esta tierra, que honra, ama y no olvida a su mamá del cielo. Alguien me puede preguntar: ¿La fe da para tanto? ¿La Virgen responde así? Les digo: no me lo contaron, lo viví. Carmen Ditzel de Barcia
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