Tres meses antes de las elecciones, San Martín, Belgrano, Sarmiento y Alberdi se postulaban tímidamente como candidatos a senador desde Internet. La "amenaza blanca" no tardó en exhibirse en toda su plenitud, con Clemente como ícono del voto anulado. Los números del pasado domingo 14 terminaron por convertir en realidad uno de los peores escenarios imaginados por la clase política: casi cuatro millones de argentinos eligieron votar en blanco o anular el sufragio en las elecciones legislativas. Sistema D'Hont mediante, el voto bronca hubiese conseguido cinco diputados y dos senadores en la provincia de Santa Fe, mientras que en Rosario habría logrado diez concejales, superando lo obtenido por los partidos mayoritarios en su conjunto.
El 22 de julio pasado, La Capital reflejó en sus páginas la aparición de los precursores del voto nulo en Internet, con los próceres como candidatos. No tardó en aparecer Clemente, el candidato que "no tiene manos, a lo mejor no roba". Pese a su creador -al humorista Caloi le pareció una idea divertida pero manifestó su oposición al sufragio negativo-, el personaje se convirtió de inmediato en el símbolo del voto protesta. Si bien no existía una página web donde encontrar la boleta de Clemente, nuevamente fue el correo electrónico el encargado de popularizar la idea.
Así llegaron boletas apócrifas de Mafalda, Homero Simpson, el ex futbolista Aldo Pedro Poy, el ya olvidado Afanancio, el playboy Isidoro Cañones y los conductores del programa televisivo "Todo por 2 pesos", incluido Flavio Pedemonti (el falso crack futbolístico de la tira). También dijo presente el "voto por nadie", fotos de todo tipo, extraños personajes que se postulaban con excesiva demagogia y humor negro, y extensas cartas escritas a mano con cuestionamientos a la clase política, reclamos, recetas para salir de la crisis e insultos. La prédica a favor del voto anulado excedió los límites virtuales de la red y llegó a las calles.
Entre el tango y Bin Laden
Finalmente, las urnas terminaron por convertir a Santa Fe en la provincia líder en el ránking del voto negativo. Hubo quienes aseguraron que Osama Bin Laden, por estos días el terrorista más famoso del mundo, se impuso a los partidos mayoritarios en una mesa de La Boca. Pero, si se trata de anécdotas del día de elecciones, una mesa de Rosario se lleva el primer puesto: una fiscal rompió un voto por Julio Sosa, candidato del justicialismo a concejal, creyendo que se trataba de un voto nulo al confundirlo con su homónimo, el Varón del Tango.
Supongamos que el voto bronca hubiese sido representado por una lista encabezada por Clemente y apoyada por cientos de sublemas (en este imaginario caso, el resto de los sufragios anulados). De acuerdo con los números oficiales de la provincia, el personaje de Caloi hubiese obtenido dos bancas por Santa Fe en el Senado nacional y el PJ una, mientras que habría logrado cinco representantes en Diputados, contra dos del PJ (Julio Gutiérrez e Irma Foresi) y dos de la Alianza (Rubén Giustiniani y Hugo Storero).
Trasladado al ámbito local, el voto bronca se hubiese llevado diez bancas en el Concejo rosarino, dejando tres para el PJ (Nicotra, Larrauri y Monti), dos para el Frepaso (Fein y Augsburger), una para el PPS (Marengo), una para la UCR Celeste (Javkin), una para Convergencia (Boasso), una para el sector de Steiger, una para el PSA (Gerosa) y la restante para el ARI trucho (Sandra Cabrera, del Polo Social).
Pero el próximo 10 de diciembre no asumirá Clemente en el Concejo o en el Congreso nacional: serán políticos de carne y hueso los que voten las leyes que allí se debatan. Más allá de las dudas sobre si la clase dirigente recibió el mensaje de las urnas o, por el contrario, el voto bronca fue un sufragio desperdiciado, las instituciones democráticas de la Argentina seguirán funcionando con gente de verdad, y Clemente, más temprano que tarde, terminará por convertirse en una anécdota de la historia electoral del país.