Germán Ulrich
El barrio Sur de Santa Fe, que se expande hacia los cuatro costados desde la Plaza de Mayo, no sólo concentra las decisiones políticas de la provincia por acoger la Casa de Gobierno y la Legislatura, sino que representa el origen de la ciudad que en 1651 ocupó su actual emplazamiento huyendo de aborígenes hostiles. Santa Fe fue planificada como ciudad teniendo como epicentro la entonces Plaza Mayor, corazón del barrio Sur, por lo que no fue extraño que en 1661 se iniciara la construcción de la Iglesia Matriz de Todos los Santos -hoy Catedral metropolitana- justo cruzando la calle hacia el norte. La recorrida por el barrio resulta inevitablemente placentera si el caminante aprecia la historia, que en el caso de la ciudad de Garay jamás se salteará la figura del caudillo más importante: el brigadier general Estanislao López. En la esquina de General López y 9 de Julio se levanta la casa donde vivió y murió el brigadier, una finca de dos pisos de estilo andaluz, con paredes de adobe y barro, zaguán con reja colombina sin precio, rejas a la calle de estilo ítalo-francés y un segundo patio que remite, por su estilo, a España. Desde allí, por General López y retornando hacia la Catedral, puede verse la fachada de estilo clásico del Palacio Arzobispal, o bien cruzar la calle para visitar los tribunales santafesinos, que funcionan en el costado oeste de la plaza desde hace unos 70 años. El edificio, de sobrio estilo clásico y digno de ser observado detenidamente, está ubicado en diagonal a la Casa Gris, sede del Poder Ejecutivo desde los inicios del siglo XIX, cuando reemplazó al histórico Cabildo. La Casa de Gobierno, una construcción de estilo renacentista francés, fue concebida con la idea de simbolizar poder y progreso. No menos histórico resulta el lado este de la plaza, ya que allí se levanta el complejo de los jesuitas, integrado por el Colegio, la Iglesia de Nuestra Señora de los Milagros -del siglo XVII- un museo y un convento. Pero más allá de todo lo que la rodea, la Plaza de Mayo es en sí misma un paseo a través de los tiempos. De su tierra se nutre una magnolia que, al margen de su belleza, es uno de los árboles más antiguos de la ciudad. En las cuatro esquinas se levantan fuentes de agua en pleno funcionamiento, que intentan simbolizar la flora, la fauna y la realidad sociopolítica provincial. También una réplica reciente de la Pirámide de Mayo homenajea a los constituyentes y un monolito indica el kilómetro cero de los caminos de la provincia, como el de la Plaza del Congreso lo hace con los de toda la Nación. Otros lugares de interés son la Casa de los Aldao, sede de la Junta Provincial de Estudios Históricos, y la Escuela Provincial de Bellas Artes Juan Mantovani, ambas ubicadas a un par de cuadras de la plaza. Y si bien hay varios sitios imperdibles, como la Legislatura, el centro cívico y los conventos franciscano y dominico, un paseo por el barrio Sur no será completo si no toca dos puntos: el puerto y el parque General Belgrano, comúnmente llamado parque del Sur. El puerto, construido a comienzos del siglo pasado, es dominado por el imponente elevador de granos que realza la belleza del paisaje costero y recuerda tiempos de bonanza para la actividad, allá por los años 30. El Parque del Sur, por su parte, posee un lago que, sumado a la vegetación y a las muchas especies de pájaros, permite percibir la sensación de estar en el paraíso a sólo tres cuadras del lugar donde se toman las decisiones políticas de la provincia. (Télam)
| En la Plaza de Mayo se concentra el poder público. | | Ampliar Foto | | |
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