Año CXXXIV
 Nº 49.283
Rosario,
domingo  28 de
octubre de 2001
Min 18º
Máx 21º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Edimburgo: Sombría y señorial
Tenebrosas iglesias, callejones medievales y un castillo que cobija las joyas de la corona escocesa

Hay algo de lúgubre y mucho de señorial en Edimburgo, la capital de Escocia. Dos sensaciones que se cuelan por su arquitectura de los siglos XVIII y XIX, y también de la Edad Media, que dejaron en ella tenebrosas iglesias de piedra negra, estrechos callejones y un legendario castillo que cobija las antiguas joyas de la corona escocesa.
El castillo de Edimburgo está donde termina la Royal Mile, la calle histórica de la ciudad vieja, en lo alto de una colina de roca volcánica. Allí están los testimonios de coronaciones deslumbrantes, asedios sangrientos y viles traiciones.
Un foso rodea los altos muros del castillo, al que se entra a través de un arco almenado y un portal de madera custodiado por dos caballeros medievales de hierro. Desde ese sitio parten las calles empedradas que desembocan en los balcones donde están emplazados los cañones que apuntan hacia el mar.
En una de las salas del castillo, la más custodiada, se exhibe la Piedra del Destino, sobre la que se coronó desde el año 842 a todos los reyes de Escocia. Esta piedra fue robada en 1296 por el rey inglés Eduardo I y permaneció mucho tiempo en la abadía londinense de Westminster.
Junto a la Piedra del Destino se encuentra la corona de Escocia, pieza de oro decorada con perlas, diamantes y amatistas; un cetro de plata rematado con una esfera de cristal de roca y la gran Espada del Estado, que lleva grabados bellotas y hojas de roble.
La historia relata que el cetro y la espada, al igual que la corona, fueron ocultados en 1652 fuera del castillo para que no cayeran en poder del invasor inglés Oliverio Cromwell. Años después, en 1707, retornaron a cumplir con sus funciones cuando se produjo la unión de Inglaterra y Escocia.
Por el laberinto de escaleras y recovecos que los guías recorren tan fácilmente, se llega hasta las húmedas mazmorras del castillo, y también hasta el extraño cementerio de perros donde los caballeros medievales enterraban a sus compañeros de luchas y cacerías.
En la ciudad hay elegantes edificios construidos con grandes bloques de piedra cruda, sin pintar, detalle que se repite en las iglesias, donde el tiempo dejó una huella oscura y húmeda.
Pero ese ambiente tenebroso, donde el negro de los muros contrasta con el ocre de la piedra rústica, no alcanza para opacar el señorío de las iglesias de cúpulas puntiagudas ni el romanticismo de Edimburgo.
La ciudad vieja, el Old Town, es un derroche de callejones medievales, mientras que la ciudad nueva, la New Town, mantiene casi intacta su arquitectura del siglo XVIII. La ciudad nueva es el mayor barrio europeo de estilo georgiano, que se impuso cuando Edimburgo era una de las capitales intelectuales de Occidente.
Sin embargo, el estilo imperante es el victoriano, que se traduce en palacios de cúpulas cónicas y relojes empotrados en torres altísimas, siempre adornados con estandartes reales.
Es curioso observar que en el casco céntrico de la ciudad nada rompe la armonía edilicia. Allí es donde Edimburgo se muestra como una ciudad del siglo XIX.
En el barrio viejo está la catedral de High Kirk of Saint Giles, que en su interior tiene una capilla con imágenes de madera y un curioso ángel tocando la gaita. Y muy cerca de allí está el callejón Brodies Close, que recuerda la historia de Williams Brodies, de día respetable comerciante y de noche ladrón. En 1788 Williams terminó ahorcado públicamente en un patíbulo que él mismo había construido para ajusticiar criminales. Pero su dualidad, su vida tan disparatada, inspiró a otro hombre, Robert Louis Stevenson, quién escribió El Extraño Caso del Dr. Jekill y Mr.Hyde, una obra con la que alcanzó la celebridad.
Cerca de allí se encuentra el Ensign Ewart, uno de los pubs más antiguos de la ciudad -data de 1690-, donde se come y se escucha música tradicional. También es interesante visitar el Scotch Whisky Heritage Centre, donde un maestro mezclador explica la fórmula de la famosa bebida escocesa.
La visita a Edimburgo se completa con un paseo, aunque sea de un sólo día, hasta la cercana tierra de los "highlanders", los héroes medievales de la independencia escocesa. El camino atraviesa lagos y montañas, castillos y los campos de batalla donde los escoceses ganaron su independencia.
Para mayores informes comunicarse con la Oficina de Turismo Británico, teléfono (011) 43148955/6735, e-mail: [email protected], en Internet: www.visitbritain.com.ar (Télam)



En el castillo hay testimonio de coronaciones y traiciones.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados