Moscú. - Cavidades chamuscadas, en proceso de corrosión, llenas de trozos de metal retorcido son todo lo que queda de los compartimientos que ocuparon los comandantes, y la mayor parte de la tripulación del submarino nuclear ruso Kursk, revelaron ayer investigadores. "Lo que sucedió dentro de esos compartimientos fue un infierno", dijo el fiscal general ruso Vladimir Ustinov cuando presentó un documental de 7 minutos filmado por los investigadores dentro de la nave, que ahora se encuentra en un muelle seco en el puerto norteño de Roslyakovo.
"La explosión...arrasó con todo", agregó Ustinov en el documental, que se transmitió por canales televisivos rusos. "Por todas partes quedó como basura el equipo destruido en la explosión" de la nave, en agosto de 2000, agregó.
Los comandantes del Kursk y la mayor parte de la tripulación murieron en los compartimientos de proa cuando dos explosiones -una 135 segundos después de la otra- lanzaron al submarino al fondo del mar de Barents.
El incendio que se diseminó con rapidez tras los estallidos, elevó la temperatura a 8.000 grados centígrados, dijo Ustinov en conferencia de prensa, en el puerto de Murmansk, en el norte.
Recuperan 32 cadáveres
Treinta y dos cadáveres habían sido recuperados hasta ayer, según un comunicado de la armada. Ustinov había dicho antes que 19 cuerpos fueron hallados en tres días, y 17 de ellos fueron retirados ya. Siete han sido identificados. La mayoría de los 118 tripulantes murió inmediatamente después de las explosiones pero 23 sobrevivieron algunas horas en compartimientos estancos, de acuerdo con cartas halladas por buzos que recuperaron 12 cuerpos hace un año.
Los investigadores y médicos forenses, explicaron que las bajas temperaturas y la ausencia de una entrada de aire hicieron que los cadáveres "se conserven relativamente bien". "A eso se agrega una capa de cera grasosa que se forma sobre la piel de los cadáveres en condiciones de humedad", explicó un médico. (AP y Télam)