Año CXXXIV
 Nº 49.276
Rosario,
lunes  22 de
octubre de 2001
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La crisis humanitaria se extiende
Seis millones de afganos en riesgo de muerte
Tras los bombardeos, miles de personas huyen diariamente de uno de los paises más pobres

Juergen Hein

Islamabad. - Tras los bombardeos estadounidenses sobre Afganistán, la anarquía, el caos y el vandalismo se extienden, lo que podría llevar a millones de personas a una catástrofe humanitaria. "Si la situación sigue empeorando, las posibilidades de prestar ayuda se reducen cada vez más", advierte Antonio Donini, coordinador de Naciones Unidas en Islamabad de la ayuda a Afganistán. La situación es preocupante. "Hay seis millones de personas en Afganistán que necesitan ayuda. Están ante un futuro muy inseguro y aterrador", dice Donini.
Hasta ahora, la ONU y muchas organizaciones humanitarias consiguieron evitar el hambre cada invierno a pesar de la guerra civil y de la sequía. Pero esta vez podría ser diferente. La sequía del año pasado dejó a mucha gente en situación de emergencia. En el invierno pasado ya hubo informaciones sobre muertos de hambre y personas que perdían la vida como consecuencia de la falta de vitaminas. Más de un millón de personas huyó de los pueblos. Pero una tragedia de dimensiones mayores se pudo evitar gracias a la ayuda que llegó desde el exterior.

Negociar con ambas partes
Los cooperantes actuaban hasta ahora siempre de acuerdo al mismo modelo. Negociaban con ambas partes, los talibanes y la Alianza del Norte, lograban que les garantizaran salvoconductos para la ayuda humanitaria y llevaban los alimentos allí donde eran más necesitados para miles de personas.
Kabul, ciudad de dos millones de habitantes, está ahora primera en la lista junto a la zona montañosa occidental en la provincia de Bamian y el norte, también montañoso.
Pero ahora ya no hay negociaciones. La ONU y otras organizaciones humanitarias tuvieron que retirar de Afganistán a varios de sus empleados extranjeros. Y los bombardeos estadounidenses llevaron a que las oficinas de los cooperantes ya no sean intocables. La situación en materia de seguridad empeoró dramáticamente, advierte Donini. "Casi diariamente nos llegan reportes sobre oficinas de la ONU y de otras organizaciones que fueron ocupadas y saqueadas y sobre empleados golpeados".
Donini pidió a los empleados afganos que no ofrecieran resistencia a los ladrones, para no poner en peligro su propia vida. Donini no dice quiénes son los ladrones. Pueden ser talibsnes a los que no les importa la imagen en el exterior ni entre la población afgana. Pueden ser mercenarios árabes, que luchaban con los talibanes y ahora están fuera de control. Y también pueden ser milicias locales, que antes de que los talibanes se hicieran con el poder aterrorizaban a todo el país.
El ministro del Exterior paquistaní, Abdul Sattar, ve en toda esta situación un signo de decadencia del régimen talibán. Los talibanes están perdiendo el control, dice, y la anarquía se va extendiendo. Otros observadores no están tan seguros de la debilidad del régimen. Posiblemente, señalan, los talibán no tienen el control por ahora, porque deben esconderse de los ataques estadounidenses en el campo o en los barrios civiles de la ciudad, pero puede ser una situación transitoria.
Para los que pasan hambre, la discusión es irrelevante. Para ellos sólo importa que las estructuras de las organizaciones humanitarias se están deshaciendo y que por eso no se pueden repartir los alimentos. Los escépticos temen que la carrera contra el tiempo ya no se pueda ganar, porque Estados Unidos tras un triunfo sobre los talibanes no podrá reestablecer en pocas semanas la seguridad y el orden y así garantizar las entregas de alimentos, ni con ayuda de las milicias afganas ni con ayuda de las Naciones Unidas. Y el invierno está a punto de comenzar. (DPA)



Miles de refugiados cruzan la frontera hacia Pakistán.
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