La magra performance electoral de todas las fuerzas políticas y la frágil situación financiera del país puso al desnudo todas las debilidades de nuestra fauna política, al punto de dejar a todos contra todos y con varios frentes abiertos.
La megaoperación de canje de deuda con los bancos locales y con las AFJP es el punto culminante de la indisciplina fiscal en la que ha caído la Nación y las provincias y que fue la causa principal del aumento exponencial que han tenido la tasa de interés.
A la indisciplina fiscal, le siguió un aumento de la prima de riesgo y a su vez mayor gasto y a su vez mayor demanda de dinero, lo que fue impactando sobre las tasas de interés.
Ahora, el peso financiero se ha hecho insostenible y el gobierno nacional, cercado por la apremiante situación, intenta persuadir a los acreedores para que bajen las tasas.
El canje deja al descubierto también distintas realidades que enfrentan las provincias. Por un lado, las provincias aliancistas presentan casi uniformemente necesidades financieras casi desesperantes.
Pero en el caso de los Estados administrados por el justicialismo, existen al menos tres grupos bien diferenciados. Un primer lote, integrado por provincias al borde de una asfixia total y que presentan las peores performances fiscales, con problemas de desbalance crónico. Aquí se inscriben Jujuy, Formosa, La Rioja, Tucumán, Tierra del Fuego, Misiones y Salta.
Un segundo pelotón, que integran las provincias "sanas" que no presentan desequilibrios fiscales y tienen una deuda manejable son Santa Cruz, San Luis, La Pampa, Santiago del Estero.
Un tercer grupo integrado por las provincias grandes, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba que tienen recursos propios abundantes y sus dirigentes tienen proyectos políticos propios.
Los dos primeros forman el Frente Federal (FF) que exige a la Nación el cumplimiento total de la coparticipación, mientras que las grandes son más flexibles a la negociación.
Sin embargo, el FF no conforma un grupo homogéneo ya que sus urgencias son distintas y así mientras las provincias sanas se mantienen inflexibles, las provincias asfixiadas son empujadas por la crisis a llegar a un arreglo con la Nación para recibir fondos cuanto antes.
El canje de la deuda se ha convertido en el eje central sobre el que pivota la salida de la crisis. Sin embargo, el canje es apenas un analgésico dentro de la gravedad clínica que padece la Argentina.
La sanidad se recupera devolviéndole al cuerpo económico nacional su normal funcionamiento, haciendo posible que una ecuación económica muestre resultados positivos. Si el empresario no tiene rentabilidad, es impensable que haga nuevas inversiones y si los consumidores no disponen de liquidez para satisfacer sus necesidades, no se puede pensar en la viabilidad de ninguna empresa.
Esta megaoperación se monta para evitar hacer un ajuste estructural de la administración. Está claro, toda esta tensión y parálisis está montada para dejar indemne las viejas y derruidas estructuras burocráticas.
Antes los unos y ahora los otros, los problemas son los mismos y al margen de los resultados electorales queda claro que nuevamente se trata de una lucha desigual entre la burocracia, con su poder casi omnímodo y la sociedad civil que los padece.