Año CXXXIV
 Nº 49.276
Rosario,
domingo  21 de
octubre de 2001
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Análisis: Suenan las alarmas, pero el gobierno no despierta

Mauricio Maronna

O el gobierno nacional despierta del extenso letargo en el que sigue inmerso o la idea de convocar a elecciones adelantadas dejará de ser una temeridad. Los resultados de los comicios confirmaron todas las presunciones: el justicialismo, al quedarse con la mayoría en Diputados y Senadores, se hizo dueño de la llave que define la gobernabilidad del país. El Ejecutivo sigue sin tener quién lo defienda. Pero, más allá de triunfadores y derrotados, las urnas dejaron un mensaje directo al corazón de la dirigencia política: o cambia o se muere.
"Decir que para el 2003 falta una eternidad es tan temerario como adelantar que habrá elecciones en marzo. Sin embargo, la última hipótesis está en boca de los representantes de los factores de poder reales de la Argentina", aseguró en estricto off a La Capital un senador recientemente electo, con llegada directa al establishment local.
Las medidas que Domingo Cavallo anunciará en las próximas horas se transformarán en un certificado de sobrevida o de defunción para su continuidad al frente del Ministerio de Economía, aunque el gobierno no tiene recambio a la vista. Con los gobernadores (peronistas y aliancistas) en pie de guerra, con la Alianza solamente unificada para caracterizar como enemigo a Cavallo y sin una sola idea renovadora, la pregunta del millón es: ¿con quién gobernará De la Rúa en el futuro inmediato?
El oficialismo parece no haber tomado nota del cachetazo popular. De la Rúa dijo que el pueblo no votó contra el gobierno y prefirió pasarles las facturas del resultado a Rodolfo Terragno y Leopoldo Moreau. Alfonsín aseveró que Cavallo debía retirarse del gobierno y Moreau habló de un presidente petrificado. El clima de estudiantina se mantiene firme, pero el fondo del precipicio está cada vez más cerca.
Por el lado de la oposición, lo único que puede servir como motivo de festejo es el apego al bilardismo político, al fin de cuentas una cuestión de estricto y pulimentado pragmatismo. El PJ ganó las elecciones pero sufrió un inédito drenaje de votos.
Algunos datos ejemplifican la situación sobre la huida de los sufragios:
* El PJ bonaerense erigió a Eduardo Duhalde como la vedette electoral, pero el poderoso aparato del principal distrito del país sufrió una merma de casi un millón de votos respecto a los comicios a gobernador del 99.
* En Santa Fe, Reutemann orilló el millón de sufragios en agosto del 99 con su candidatura a gobernador. El domingo pasado, las listas legislativas del PJ cosecharon 350 mil voluntades.
* En Rosario, la nómina a concejal de la Alianza cosechó 279.084 votos en el 99. El domingo pasado, 90.498. Con el agravante de que la candidata de Hermes Binner, Mónica Fein, sumó 48.579. Hace dos años, Sergio Liberati, el entonces delfín del intendente, arañó los 203.000 votos. Al peronismo le bastaron 106.120 votos para ganar el domingo pasado, pero el 8 de agosto del 99 había totalizado casi 70 mil más.
Después de la tormenta, y como un símil de lo que sucede a nivel nacional, la interna de la Alianza Santafesina sigue su derrotero carnavalesco, sólo que esta vez radicales y socialistas se están tirando con el Código Penal por la cabeza.
Los votos que se fueron de los partidos mayoritarios, sin embargo, no recalaron en proporciones significantes en quienes se plantaron como alternativa. El ARI y la izquierda recolectaron simpatías en los grandes centros urbanos, pero lejos están de presentarse como opciones concretas de recambio en el poder.
¿Cómo volver a nacer? Esa debería ser la pregunta que por estas horas tendría que carcomer la conciencia de la clase política. Un interrogante que no resulta un intríngulis de respuesta difícil.
El malhumor de la gente exige un punto final para los ajustes, un gobierno nacional visible, renovación dirigencial, transparencia y austeridad. Ni más ni menos.



¿Con quién gobernará De la Rúa en lo inmediato?.
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