Desde hace mucho tiempo, cuando se percibió que Fisherton dejaba de ser un pequeño pueblo para transformarse en un populoso barrio que abarca todo el espectro social, comenzó a sentirse la necesidad de un templo parroquial más amplio que el existente. Así, hace ya unos treinta años, nació la preocupación de la parroquia y de la arquidiócesis para responder a esta necesidad. El tema del templo de Cristo Rey no es nuevo.
Pero, a pesar de ello, en la pastoral parroquial se puso primero el acento sobre la atención solidaria de servicio al hermano. Así surgieron el Colegio Stella Maris y la escuela Paulo VI. La escuela Juan Diego en el asentamiento toba de Rosario es "radial" de la escuela Paulo VI. Luego fue Ain-Karim, casa adquirida para que atienda Cáritas y sea al mismo tiempo comedor destinado a niños en edad escolar y también dispensario para la atención médica y psicológica de los niños y sus madres. La labor parroquial se amplió más tarde a la fundación y atención de la Facultad Católica de Ciencias Económicas, dependiente de la UCA, en el centro de la ciudad.
El radio de acción de la parroquia Cristo Rey se extiende a través de diversos grupos. Nueva Generación es un pujante grupo de misioneros de todas las edades, cuya formación y acción se extiende en el barrio, y ha posibilitado que niños, adolescentes y jóvenes tengan huerta, elaboración de pastas y fabricación de bloques de cemento para paliar necesidades elementales. Su acción misionera y de promoción humana los ha llevado hasta las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santiago del Estero. Arraigar es otro grupo pastoral de acción barrial. Y los hombres de Acción Católica también colaboran en la solución de problemas habitacionales.
Desde la parroquia, y respondiendo a las necesidades surgidas del crecimiento barrial y nuevas urbanizaciones, han nacido cuatro capillas y centros comunitarios de atención espiritual y humana: María Reina. Dios Padre, Santa Cruz y Nuestra Señora del Trabajo. Y también dos comedores más: uno cerca de Circunvalación y otro a pasos del arroyo Ludueña. Muchas más acciones de servicio funcionan envueltas en el silencio propio de las semillas que brotan y los frutos que maduran.
El templo, centro de la vida
El templo es el verdadero motor de este engranaje de amor. Cuando en las celebraciones litúrgicas la capilla desborda de oración y recogimiento incontenible dentro, la vida celebrada se extiende fuera, hasta las galerías y patios del Colegio, la plaza, el atrio o la misma calle.
El templo parroquial tiene su lugar histórico. Hacia fines del siglo XIX el Ferrocarril Central Argentino donó a la Iglesia Católica el predio para la construcción del mismo. A su vez en el año 1925 la Iglesia cedió parte del mismo para la apertura de la calle Victoria, hoy Wilde. Así, respondiendo al beneficio urbano, los cinco mil metros cuadrados originales se redujeron a los mil quinientos actuales, donde se levanta la capilla de Cristo Rey, construida a partir de 1927. Por todo ello y, además, porque el templo constituye el centro de todo lo que se realiza en torno a él: escuela, Cáritas, grupos parroquiales, es allí donde debe estar, adaptándose a las nuevas necesidades. Cuantos participan en el servicio caritativo, cultural y evangelizador lo hacen desde el templo, y en él se congregan cada vez que retornan. El templo debe ser el espacio amplio para la celebración de la vida de la comunidad.
El espíritu de la Iglesia
La decisión de la ampliación del templo corresponde a la Iglesia Arquidiocesana como propietaria del mismo. Mide las necesidades, escucha consejos y pedidos, atenta al hecho de que un templo no es una figura estática sino un espacio vital; cuida los tiempos; vigila que los proyectos arquitectónicos respondan a la normativa litúrgica; atiende los intereses de fieles y vecinos, y trata de conciliar hasta donde sea posible este abanico de problemas. Pero finalmente depende de la autoridad eclesiástica la decisión en esta materia, que afecta a la recta ordenación de la sagrada liturgia y de la vida comunitaria.
En Fisherton, a partir de la preocupación pastoral de su cura párroco, se diseñó un templo acorde a las necesidades del tiempo en que vivimos, con simbolismo bíblico y conforme al espíritu y a las normativas litúrgicas emanadas del Concilio Vaticano II y legislación eclesiástica posterior. Arquitectónicamente se procuraba amalgamar pasado, presente y futuro de la comunidad para la cual se lo proyectaba. Siempre se quiso conservar la referencia barrial del frente y la torre de la actual iglesia. Este proyecto no fue comprendido por algunos vecinos.
En aras de la concordia y para favorecer la comunión, la parroquia, en estrecha unión al Arzobispado, renuncia ahora a este proyecto largamente esperado, presentando uno nuevo, que consiste en una ampliación del templo actual.
El nuevo proyecto respeta la actual capilla, de la que permanecerá el 92 por ciento, extendiendo la nave hacia atrás y, desde allí, hacia sus costados. Al aumentar la capacidad, la nueva superficie dará cabida a un número mayor de fieles, evitando lo que tantas veces ocurre hasta el presente, cuando muchos quedan a la intemperie en días de frío, calor o lluvia, o que celebraciones tan delicadas como la primera comunión o las confirmaciones, tan venerables como la Navidad o tan augustas como la Semana Santa, deban realizarse fuera del templo. La parte nueva de la construcción será muy respetuosa de la actual, ya que toda la ampliación se hará en el mismo estilo, siguiendo los mismos módulos, repitiendo las mismas ventanas. No estará ya la primitiva casa parroquial adjunta a la capilla, como tampoco los depósitos y galpones que fueron agregándose con los años creando un conjunto de estilos incompatibles. En su lugar estará la ampliación acorde al carácter arquitectónico de la capilla.
No corresponde hablar de un proyecto de espacios sobredimensionados, ya que, aun ampliado, el templo tendrá capacidad acorde con las necesidades, unas trescientas personas sentadas. Comparativamente, es menos que templos de otras parroquias, a veces más pequeñas en extensión. Está previsto en torno al templo un amplio espacio verde, mucho mayor de lo exigido por la legislación municipal, sin tapiales ni cercas.
Un camino de comunión
Puedo asegurar que quienes, con sana intención, quisieron adecuar la capilla a las nuevas necesidades, hoy renuncian al anterior proyecto poniendo en el nuevo la misma alegría y esperanza que pusieron antes, y sin sombra de resentimiento alguno. No puede haber más trabas en el proceso. Lo que movió anteriormente y mueve hoy las determinaciones son el amor y la sinceridad con que se quiso trabajar, y que hoy sigue animando. Ningún párroco y ningún obispado edifica un templo por el solo hecho de construirlo, sino como exigencia de la vida parroquial, que cobija y alienta, y para el servicio de la misma comunidad que vive en torno a él y, con Dios, celebra la vida en él. El templo es el motor que dinamiza una comunidad que se encuentra con Dios, y que busca servirlo en los hermanos, y que se reúne junto a Dios, desde la fragilidad humana, para que la misericordia divina pueda llenar el corazón y las manos de amor. En el templo la comunidad celebra los misterios cristianos para llenarse de Dios, de quien viene como principio y a quien va como meta y fin de la vida.
(*)Obispo auxiliar de Rosario