Año CXXXIV
 Nº 49.276
Rosario,
domingo  21 de
octubre de 2001
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China Zorrilla presenta "Había una vez" en Empleados de Comercio
La actriz relata experiencias personales y profesionales en su espectáculo

Rodolfo Bella

Es un hecho comprobado que los años, en algunos casos, suelen traer sabiduría y, más a menudo, quitar gracia. Ese no es el caso de China Zorrilla, quien, a punto de cumplir 80 años, suma a las dos cualidades anteriores, su talento para ejercer el oficio de encantadora, durante una hora y media, con nada más que contar parte de su vida. Así lo hace en "Había una vez", que tendrá hoy, a las 19, su última función en el teatro Empleados de Comercio.
Claro que lo relatado tiene dos elementos imprescindibles: quien habla es una persona pública, con prestigio profesional, una extensa carrera en cine, teatro y televisión, una vida rica en experiencias y, fundamentalmente, una habilidad impecable para transformar un hecho menor, intrascendente, en una historia, con planteo, nudo y desenlace.
Zorrilla suma a esos méritos una afilada ironía, matices, inflexiones de voz, y además, rapidez y elegancia en las respuestas, como la que demostró en la función que ofreció en el teatro del Parque España, organizada por la Mutual de la Asociación Médica, previa a las presentaciones que dio ayer.
En esa oportunidad, promediando el espectáculo, un defecto en el sonido impedía a una parte de la platea escuchar con claridad el relato de la actriz. Una de las personas asistentes, irritada por el inconveniente, interrumpió el monólogo: "¡No se escucha!", gritó la mujer.
La actriz apenas arqueó las cejas y miró hacia la oscuridad, desde donde partía el reclamo. "¡Esa no es la forma de decirlo!", retrucó en la penumbra, una segunda espectadora. La primera prosiguió: "¡Esta parte de la platea no escucha nada!".
Zorrilla, que había seguido sorprendida el incidente, sin moverse de su sillón, la miró atentamente y después de una efectiva y precisa pausa, preguntó: "¿¡Desde el principio...!?". La sala respondió con risas y aplausos, tras lo cual la actriz aseguró: "Hace muy bien en reclamar. Yo en su lugar no hubiera sido tan... amable". E inmediatamente se resolvió el problema.
En un televisor ubicado sobre el escenario se proyectan fragmentos de dos películas que protagonizó China Zorrilla: "Darse cuenta" y "Esperando la carroza". A partir de esos fragmentos, la actriz muestra los dos extremos de sus posibilidades interpretativas: el drama y la comedia costumbrista.
Zorrilla aprovecha la proyección de los filmes para contar la trastienda de esos trabajos, lo que le da pie para contar cómo se gestaron entre bromas, malentendidos y circunstancias desgraciadas, y la intervención que tuvieron el guionista Jacobo Langsner y el director Alejandro Doria.
La simpleza y el humor que caracteriza a muchas de las anécdotas contrasta con la estructura compleja del espectáculo, que incluye además del relato específico de las anécdotas, saltos al pasado, citas al presente y reflexiones sobre la actualidad.
El viaje de China Zorrilla va de los agasajos -"con más olor a despedida" que a homenaje", según consideró- e invitaciones a acontecimientos culturales, hasta bromas sobre el reconocimiento oficial de sus trabajos -"soy una actriz poco premiada -explicó- y la vez que me premiaron, nadie se enteró: justo ese día se suicidó Yabrán".
La actriz adelanta o retrocede el tiempo del relato y pasa de una visita en las sierras de Córdoba a Manuel Mujica Lainez y su charla con un pescador, a un accidentado viaje en coche desde el down town de Manhattan hasta una estación de servicio en el corazón negro negro de Nueva York.
"Había una vez" es también un recuerdo a personalidades de la cultura y el espectáculo, como Pablo Neruda, Jean Paul Belmondo o Joan Manuel Serrat, descubiertos en la intimidad del ámbito doméstico o con una taza de café de por medio. Zorrilla hace encajar los fragmentos aparentemente incongruentes de sus recuerdos y los presenta como parte orgánica de un juego en el cual realidad y ficción parecen confundirse. El resultado muestra que el espectáculo no sólo forma parte de su vida, sino que también la vida puede ser un extenso show que hay que saber descubrir para disfrutar.



China sumó encanto y una fina ironía a las anécdotas.
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