Rosario es una ciudad complicada. Cada vez que se miran (o se escuchan) a sí mismos, sus habitantes no suelen ser demasiado proclives al afecto. Ni siquiera a la objetividad, esa discreta forma en que puede manifestarse la inteligencia. Y no saben lo que se pierden. Es que alrededor suyo hay mucho talento. Que pasa inadvertido y que, además, no se preocupa en lo más mínimo por convertirse en un hecho masivo. Está a la vuelta de la esquina o, muchas veces, hasta más cerca. Ese es el caso de la Sociedad de los 5 Vientos, el grupo de cámara local (adjetivo que, esta vez, carece de sentido peyorativo) que acaba de editar un compacto de sólida belleza, digno de recorrer y fácil de disfrutar. Por más que sea "de acá". Pero tampoco a causa de eso, claro.
Ellos son Luis Giavón en el oboe, Julio Kobryn en el clarinete, Miguel Garreffa en el corno y el matrimonio que integran Gabriel Leo y Susana Schlaen en flauta y fagot, respectivamente. Lo que grabaron se llama "Redescubriendo América" y es un disco íntegramente destinado al ignoto repertorio americano (ambos hemisferios) para quinteto de vientos, esa formación que hasta los melómanos más inquietos ignoran a la hora de decidirse por territorios explorables. Simple cuestión de hábitos, claro. Porque sólo así puede ser justificada la omisión.
El CD arranca con la "Suite para Quinteto de Instrumentos de Sopro" del virtualmente desconocido compositor brasileño Oscar Lorenzo Fernández (1897-1948), contemporáneo del popular Heitor Villalobos. La obra sorprende de inmediato, con sus cuatro movimientos en los cuales las huellas de Ravel y Debussy se imprimen sobre un trasfondo casi selvático.
Después, el "Dúo para Flauta y Oboe" del argentino Alberto Ginastera (1916-83) alterna virtuosismo y misterio sobre una atmósfera de frialdad que parece inevitable en el creador del "Concierto para Arpa y Orquesta". Aquí rayan a gran altura Giavón y Leo.
Otra de las sorpresas llega inmediatamente después, con la "Partita For Wind Quintet" del estadounidense Irving Fine (1914-63), al igual que Fernández, patrimonio exclusivo de los eruditos y especialistas. Bella y ecléctica, la pieza reúne climas del jazz con melodías de dulzura elegíaca, y se convierte en un auténtico descubrimiento.
El cierre carece de complicaciones, con el "Tema de María", de nuestro archiconocido Astor Piazzolla. Y el bandoneón, aunque parezca mentira, casi no se extraña.
Si este disco hubiera sido grabado en cualquier país europeo, por alguno de los pequeños y excelentes sellos que pululan en el Viejo Mundo y que se dedican a la difusión del repertorio menos conocido de la música llamada clásica o culta, nadie se hubiera sorprendido. Pero se hizo aquí, junto al Paraná. Y lo único en que podría diferenciarse de un compacto como los descriptos es en su deficiente presentación gráfica; no por carencia de información -aspecto bien cubierto- sino, sencillamente, porque la belleza (esa cuestión tan opinable) parece haberse ausentado sin aviso.
Pero es, acaso, lo único criticable. Realmente vale la pena dedicarle tiempo y atención a este CD. Eso sí: habrá que comprarlo. Y no esperar, rosarinamente, a que nos lo regalen dedicado.