En una experiencia inédita en la ciudad, un grupo compuesto por 18 hombres y mujeres de las Unidades de Detención números 3 y 5, de Rosario, presentarán la obra "Tu cuna fue un conventillo" en la Sala Lavardén. La puesta será el próximo miércoles, a las 20, con entrada gratuita. La cita espera celebrar la primera presentación del grupo en público, fuera de los penales, y el resultado de un año de trabajo dentro de un proyecto que al comenzar ni siquiera aparecía como un sueño.
La obra elegida para poner en marcha el proyecto de un grupo de teatro mixto de internos es un sainete de Ernesto Vacarezza que recrea la Argentina de 1890. "Habla del destino del país, de hombres y mujeres que lidian con la discriminación y la pobreza. Son personajes e historias que hacen que los actores encuentren elementos con los que se pueden identificar", remarcó el director de la obra, Luis Arroyo.
Las prácticas de teatro se iniciaron a partir de la demanda de las mujeres, hace seis años. En 1995, al ver una presentación, los hombres también quisieron tomar clases. La idea de sumar a los grupos comenzó a ilusionar al director, que a fines del año pasado comenzó a hacer averiguaciones para ver si el proyecto era posible. La propuesta de trabajo es inédita. "Hay un grupo de internas en Chile que hicieron presentaciones, pero no encontré ningún antecedente de trabajo de grupos mixtos", contó el director.
Arroyo contó que en otros países el teatro está incorporado como un modo de rehabilitación de los internos. Para el profesor, el trabajo rescata valores como la responsabilidad, la tolerancia, el respeto, la igualdad y la solidaridad, de los cuales abunda en anécdotas tanto dentro del grupo como en el entorno que movilizan las presentaciones. Peinadores, maquilladoras, profesores de tango y folklore y músicos participan en la puesta en forma desinteresada.
Para llevar adelante el proyecto, Arroyo debió aprender los vericuetos burocráticos del Servicio Penitenciario y los tribunales y vencer la timidez y el pudor de los actores, que incursionaban en teatro por primera vez.
Fue necesaria una rutina de seis horas semanales de prácticas para llegar al estreno. Los internos y el director se reunieron dos veces por semana, desde marzo, para aprender técnicas de teatro y preparar la obra. "Se necesita una gimnasia para estudiar, memorizar el texto, una preparación que los estudiantes de teatro comienzan con cuatro años de escuela", dijo el director.
En busca del aplauso
Los ensayos requirieron la movilidad de las mujeres desde el penal de Ingeniero Thedy y Gorriti hasta la Unidad 3. Los actores debieron conseguir permiso de los alcaides de los penales y de los jueces, cumplir con los requisitos de custodia y contar con transporte para cada práctica, los martes y los jueves.
Nada de eso apareció como un obstáculo en las palabras del director. "Hay que tener muy en cuenta la rotación de la gente, los imprevistos", enfatizó en cambio. Es que muchas veces los internos que recuperan la libertad provocan imprevistos en el grupo, que tiene que reemprender la tarea de preparación con nuevos integrantes para ensayar y hacer presentaciones. El proceso no parece fácil para ninguno de los miembros. "Vienen y te dicen: tengo una buena noticia y una mala, profesor. La mala es que me voy", contó Arroyo.
Arroyo confía en que el aplauso del público va a coronar no sólo las actuaciones, sino el esfuerzo y las ganas de los participantes. El estreno no llena de ansiedad a los protagonistas, también anida en sus familiares, para quienes ver a sus allegados sobre el escenario es una gran ilusión, contó el director.