| | Reflexiones Actualidad sin límites
| Patricia Cuestas (*)
"Actualidad y límites de la paranoia", tituló Marcel Czermak un texto publicado en 1991. Voy a partir de ese trabajo, porque los significantes de ese título fueron los que acudieron a mi mente la mañana del 11 de septiembre, cuando observé el derrumbe de las Torres Gemelas. Se traspasaron los límites, pensé, la respuesta no tardó tanto: "Justicia Infinita", primero, "Libertad Duradera", después, la violencia, el comienzo de una guerra que llega por tevé con imágenes de las que no nos podemos defender. De esta falta de límites del otro que aparece con su bocaza abierta para el maníaco y siempre listo a engullírselo habla Czermak. Sus tesis son en primer lugar que el paranoico se resiste ante esta posición totalitaria del otro. Y en segundo lugar, que de estas manifestaciones totalitarias del otro que encontramos en la psicosis podemos extraer enseñanzas respecto de los fenómenos sociales, ya que entre lo privado y lo público psicoanalíticamente hablando no debemos establecer ninguna separación. "¿Dónde estamos actualmente?", se pregunta. Y responde, podemos llamarlo totalitarismo soft. La ciencia, el derecho, la globalización, son algunos de los modos que menciona de la actual pretensión mundial de rechazar la falta, el agujero, la diferencia. ¿Dónde estamos actualmente? Dejamos en suspenso la pregunta para hacer una aclaración. Sucede que debemos a Freud y también a Lacan el hecho de habernos demostrado que el espacio donde se juega para un sujeto su existencia, es decir el espacio donde se forma la constitución de cada uno, su destino, es su espacio familiar. Por lo tanto, el espacio social es determinante. En un medio eminentemente social entonces se instituyen para cada uno las prohibiciones, los intercambios, las agresividades, las pasiones. Por lo tanto cada vez que abordamos como psicoanalistas las preocupaciones de la clínica abordamos también las del medio social. Voy a situar algunos términos sobre los que debemos ponernos de acuerdo. ¿Qué entendemos por el Otro, con mayúscula? Se trata de un lugar que se organiza a partir de lo reprimido, y en el que van a poder instalarse la o las figuras del poder. Es el lugar en donde se soporta aquello que Lacan llama el Amo, aquel que ordena lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Además funciona en todos los campos de nuestra experiencia, vemos ejercer el poder del Amo en las normas que conducen nuestra vida. Otra cosa sobre la que debemos ponernos de acuerdo es en descentrar el lugar del yo porque según estos desarrollos lo más privado de cada uno se ha formado en relación a nuestros semejantes. Lo que es lo mismo que decir que las elecciones que hagamos no son más que el apego a una alteridad que ha devenido interna sin nosotros saberlo. Es por lo que el interés en los otros nunca cesa. Siempre nos tienta espiar qué hacen los otros. Si no, cómo explicar el auge de los reality show. Pero para que esto funcione, digo cierto intercambio social, justamente la medida debe ser común, el que unifica, el que organiza, el amo, no admite las diferencias. O se está adentro o se está afuera. O a la izquierda o a la derecha. O en Oriente o en Occidente. "O con nosotros o contra nosotros", sentenció George W. Bush. La última precisión es sobre a qué llamamos paranoia. Término al que Lacan limpió de su tufillo psiquiátrico, señala a la vez la psicosis más acabada como las dificultades de nuestras relaciones sociales más corrientes, al punto que cada uno de los elementos que la componen pueden ser encontrados en cualquiera.Pero lo que le es esencial y concierne a la pregunta que dejamos en suspenso es el lugar del Otro en la psicosis, su dimensión totalitaria y cuál es la respuesta que esto desencadena. En 1921, Freud nos advirtió que el límite para experimentar la dicha está en nuestra propia constitución. Que la totalidad es imposible, que somos una mezcla explosiva de Eros y Tánatos. Que no podemos aspirar ni esperar la síntesis, la fusión. Lacan formuló lo mismo a lo largo de su enseñanza y cada analista lo deduce de su práctica. Hay malestar en la civilización. Pero esto que parece formar parte de nuestra experiencia más cotidiana sin embargo es lo más rechazado, en la actualidad no se admiten las fallas, los errores, el desgaste ni del cuerpo ni de los materiales. Esto acontece a nivel de la neurosis de cada uno, como también en el campo social. Se multiplican los esfuerzos para tapar todo agujero, se contratan asesores, se promulgan más leyes para controlar más: las "manipulaciones genéticas", la clonación, los trasplantes de órganos, etcétera. Pero el sujeto que somos cada uno está dividido, no es compacto. No puede estar a la altura de esta perfección y cuando lo intenta se pierde en una carrera sin límites donde la meta no llegará nunca.El mundo actual deviene así persecutorio, con esta gran boca abierta para tragarse a cualquiera, ¿a quién lo tocará hoy? Y el sujeto desaparece simbólica o realmente. O si no, más fragmentado que dividido, responde con sus síntomas o aparecen la angustia, las enfermedades psicosomáticas, los pasajes al acto suicida u homicida. Fenómenos como la segregación, o las guerras étnicas o de religión, también pueden pensarse de este modo como formas de responder en este caso del cuerpo social.Hablábamos de la dimensión del otro en la psicosis, de su dimensión totalitaria. El atentado a las Torres Gemelas fue un acto loco sin duda pero no es menos loco movilizar al ejército más potente del mundo para buscar a un solo hombre. O bombardear países enteros para terminar con la violencia. Podemos seguir hablando entonces del totalitarismo de nuestra actualidad. Los que trabajamos con psicóticos sabemos que con ellos debemos cuidarnos en nuestras respuestas más que con los neuróticos. Lo hemos aprendido de nuestra experiencia, y hemos presenciado lo que desencadenan quienes no tienen ese cuidado y cómo lo resuelven, apelando también a un arsenal (químico). Sabemos que no se puede responder totalitariamente a fenómenos totalitarios. Es esta enseñanza extraída de la psicosis, entonces, la que se debe propagar. Así entendemos el psicoanálisis en extensión. (*)Psicoanalista, miembro de la Association Freudienne Internationale
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