Año CXXXIV
 Nº 49.275
Rosario,
sábado  20 de
octubre de 2001
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Duras críticas de la comuna a la Dirección Provincial de Hidráulica
Aarón Castellanos, entre el agua de La Picasa y la desesperación
Eduardo Salleras dijo que la paciencia se agota y anunció que restituirán la cota original de la laguna

Silvia Carafa

Aarón Castellanos. - "Lo lamento, pero vamos a restituir la cota original de La Picasa de alguna manera", sentenció Eduardo Salleras, presidente comunal de esta localidad impactada de pleno por la crisis hídrica del sur santafesino. La afirmación surgió en medio de un mal presagio: hay una derivación muy fuerte de agua desde Córdoba que llegará por escurrimiento en los próximos quince días.
Salleras dijo que la laguna La Picasa está retenida por la canalización realizada por la Dirección Provincial de Hidráulica, obra que va a condenar a Aarón Castellanos porque ya está rodeada de agua. Por eso la comunidad está dispuesta a restituir la cota original de la compleja laguna cuando lo crea conveniente.
Salleras anunció que tiene un plan para sacar el agua por la alternativa norte, pero sin salir hacia el Salado tal como lo prevé el proyecto de Hidráulica, pero cuya cuenca está llena de agua. La idea es hacer funcionar la construida alternativa norte mientras se espera una solución.
Sobre la repercusión de este proyecto en Hidráulica, Salleras disparó: "Nunca aprobarán un proyecto que no salga desde allí porque hay un enjuague entre la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y la repartición", enfatizó.
Además destacó que "la mujer de Ricardo Fratti, titular de esa dirección, es la representante del gobierno de Santa Fe ante el Consejo Federal de Inversiones. Por eso todo se hace a través de la UNL y se deja de lado a Universidad Nacional de Rosario (UNR). ¿Por qué se la tentó con 500 mil dólares para hacer estudios que incluían a toda la provincia menos a La Picasa?", argumentó.
De concretarse el proyecto de Salleras resultará insólito que el mismo cuente con el apoyo del partido de Junín, uno de los acérrimos opositores a sacar el agua por la alternativa norte.
Aunque el presidente comunal fue reacio a dar detalles sobre su idea trascendió que la salida del agua se haría a través del arroyo Rojas.
Para Salleras, hasta ahora La Picasa no colapsó en forma natural porque existiría una filtración del agua a través de galerías subterráneas. Lo que explicaría la rara situación en Diego de Alvear, que a pesar de estar en un nivel más alto tiene las napas casi en la superficie, aún en sequía.
Para los pobladores, la desolación parece no tener fin. "Aunque deje de llover las sierras de Córdoba seguirían aportando agua durante dos años", ilustró Salleras frente al espejo de agua de La Picasa, hoy multiplicado a costa de devorarse las praderas que antes eran orgullo de la zona.
Tres años atrás, en el lugar se formó una extensa masa de agua que modificó la vida de sus 500 habitantes, mientras en silencio el avance de ese enemigo líquido es implacable.
Ahora La Picasa aumenta apenas llueven escasos milímetros y sigue echando gente. Algunos productores resisten en los escasos terrenos altos, otros abandonaron el campo y no son pocos los que lo malvendieron. Las versiones dan cuenta de la existencia de una operatoria inmobiliaria: comprar el campo por la quinta parte de su valor, abonar la mitad y el resto cuando se retire el agua. Para los peones rurales, que forman el grueso de la fuerza productiva del lugar, las cosas no son mejores. El agua los reconvirtió en pescadores.
Según Salleras, el drama tiene fecha de nacimiento: la década del setenta, cuando la isohieta de los mil milímetros de lluvia se corre desde la Mesopotamia a la Pampa Húmeda, generando un exceso de lluvias que en 120 mil kilómetros cuadrados implican un exceso de 36 mil millones de metros cúbicos por año.
"No se previó ninguna obra para soportar esa cantidad de agua que se acumuló en los suelos. Tal como lo anticipó Florentino Ameghino, el agua que baja de los Andes y las sierras se escurre hacia el mar", relató Salleras, quien acotó que ese escurrimiento que estaba a 50 o 70 metros de profundidad hoy está a niveles de las napas freáticas.
"Este fenómeno saturó todos los suelos", explicó y aportó un dato revelador: "Después del terremoto de Caucete, en 1974, no hubo estudios de las fallas geológicas por donde supuestamente hay derivaciones de agua subterránea en forma acelerada".
"De acuerdo a ese suceso, es probable que en La Picasa se haya cerrado una falla geológica, algo que nadie estudió", comentó y abonó su hipótesis con un dato: "El arroyo El Ají, uno de los aportantes a la cuenca de La Picasa en las sierras de San Luis, es una falla geológica después de Caucete. Hace muchos años similar acción tuvo sobre los arroyos El Gato y Santa Catalina, que bajan de las sierras cordobesas, un sismo en una zona conocida como Moro.

Cuatro cuencas que confluyen
Según Salleras, en esa zona de 120 mil kilómetros cuadrados, hay cuatro cuencas de envergadura: la del río Salado, la del río Quinto, la de las sierras de Córdoba y la de La Picasa, cuyos límites se encargó de desdibujar una errática situación hidrológica. "Hay que hablar de una sola cuenca, por eso se equiparan los problemas de Pehuajó, de Aarón Castellanos y de Venado Tuerto, ya que toda esa macrosuperficie converge en el río Salado", describió.



La Picasa se expande, como los negocios inmobiliarios.
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