Un nuevo acto eleccionario pasó y, aunque la mayoría crea que "no sucedió nada", muchas fueron las cosas que pasaron y muchas más las que se van a ir dando, provocadas directamente por los resultados del comicio legislativo del domingo pasado.
Naturalmente, las básicas serán de corte político y ratificarán el hecho de que la economía, los mercados, las inversiones, etcétera, no son más que herramientas técnicas, sin mayor valor por si mismas excepto -claro está- que sean utilizadas por el poder político, y en tanto y en cuanto éste tenga autoridad y liderazgo.
Sin entrar en demasiados detalles, hay un hecho claro: ya se inició la carrera presidencial para el 2003 y eso deja al campo en una situación compleja, especialmente si a la difícil situación interna se le suma el confuso panorama internacional.
Medidas de emergencia
Esto implica que, tanto en el plano local como en el externo, se deberán adoptar decisiones trascendentes. Y en función de lo ocurrido antes, al gobierno sólo le quedan pocos meses como para tomar decisiones de fondo, aunque en el contexto actual es difícil pensar que las autoridades puedan exceder lo meramente coyuntural.
Los cambios de funcionarios y las eventuales medidas que se adopten parecen apuntar más a "sacar las papas del fuego", que a lograr soluciones de mediano y largo plazo. Lo más probable es que se entre en un cono de "negociaciones 2003", que se irán acentuando a lo largo de los meses.
En el plano internacional valdría decir lo mismo. Nadie realmente cree que las autoridades estén en condiciones de, por ejemplo, reimpulsar el Mercosur, definir una pauta respecto a Estados Unidos y el Alca o concretar un planteo formal con la Unión Europea. Esto implicaría que los sectores productivos, que en los últimos años distaron de constituir una prioridad, se van a alejar más aún de esta posibilidad. Por lo tanto deberán, por un lado, posicionarse con mucho más fuerza y cohesión entre ellos y, por otro, marcarse un panorama de algo más de dos años en los que los eventuales datos positivos, prácticamente se van a circunscribir a lo que pueda suceder en los mercados internacionales.
Hasta ahora el campo salió "hacia adelante", y no sólo es uno de los pocos que aún conserva cierta actividad económica, sino que también crece en ciertos rubros, a pesar de las restricciones económico-financieras, el clima que sigue jaqueando muchas zonas, y la competencia desleal que plantea el subsidiado comercio internacional.
¿Pero cuánto puede seguir esta situación?. Por lo que se viene viendo, no demasiado.
Por el lado de las industrias la situación no es mejor. Tanto usinas, como frigoríficos, aceiteras, molinos, semilleros, y hasta las multinacionales tienen los "números al rojo vivo". Mientras tanto, los bancos se "sentaron" sobre los préstamos, y la poca financiación que hay es lo que resta de la comercial que intenta recuperar parte de lo ya otorgado. Naturalmente, la situación climática agudizará la situación negativa que, tendrá su momento cúlmine a la cosecha cuando, además, habrá problemas de logística, a pesar de la reducción esperada de cosecha como resultado de las inundaciones que se están produciendo.
Aún así, los volúmenes serán probablemente destacados y desde hace, por lo menos, 3 o 4 años no se trabaja en esta materia, ampliando la capacidad de almacenaje en campo, los movimientos en puerto, el transporte, o el secado y acondicionamiento, sin hablar del estado de los caminos especialmente los de zonas afectadas por el agua.
El panorama no es alentador. Sin embargo, el campo acostumbrado ya a la "indiferencia" oficial, va tomando los recaudos que puede, desde bolsas para almacenar los granos, hasta algunas coberturas de precios y suspendiendo todos los gastos y postergando todos los pagos que no sean estrictamente imprescindibles. Así, nuevamente pondrá a prueba su histórica capacidad de "resistencia".