Nairobi. - Entre los habitantes de Somalia crece el miedo a que después de Afganistán su país sea el siguiente objetivo en la lucha de Estados Unidos contra el terrorismo internacional. Somalia, en el este de Africa y donde Estados Unidos aún tiene cuentas pendientes tras el desastre de 1993, ocupa uno de los primeros lugares en la lista de los terroristas más buscados del FBI.
Por presión de la Unión Europea, organizaciones humanitarias retiraron a casi todos sus empleados de este país africano, y expertos militares estadounidenses ya habrían estudiado en la región norteña de Somaliland la posibilidad de utilizar militarmente la pista de aterrizaje de Berbera. "Una delegación estadounidense negoció la semana pasada en Hargeisa y Berbera", trascendió de círculos diplomáticos estadounidenses en la capital keniana, Nairobi.
Sobre el contenido de esos diálogos, hombres de confianza de Ibrahim Egal, presidente de la República de Somaliland, no reconocida internacionalmente, señalaron lo siguiente: los estadounidenses están interesados en la base aérea de la ciudad portuaria de Berbera, en el golfo de Aden. La pista de aterrizaje construida en los años 60 por los soviéticos es aparentemente -con cuatro kilómetros- la más larga del continente.
Una pista en la mira
Tras la expulsión de los soviéticos de Somalia en 1977 -Moscú se puso del lado de Etiopía en la guerra por Ogadén- los estadounidenses ya negociaron en los 80 la utilización ocasional de la pista. Junto a acciones humanitarias, también estaba prevista su utilización como pista de aterrizaje de emergencia para los transbordadores espaciales.
Según observadores militares, ahora desde Berbera se podrían atacar perfectamente presuntos campamentos de formación de la organización fundamentalista Al Ittihad al Islamia. Ese grupo es considerado por el FBI cercano a la red terrorista Al-Qaeda de Osama Bin Laden. Y también se cree que participó en los ataques contra militares estadounidenses durante su intervención en Somalia en 1993.
En la localidad de Raskamboni -en el sur de Somalia- unos 20 kilómetros al norte de la frontera keniana, así como en Lasqoray, en la región de Puntland, Al Ittihad tiene aparentemente campamentos de formación militar, en los que también suelen aparecer miembros de Al-Qaeda. No sólo los estadounidenses, sino también el presidente Egal está interesado en la destrucción de esa organización. Por un lado, Somaliland lucha desde hace diez años por el reconocimiento internacional como Estado autónomo. Egal podría aprovechar en esta ocasión sus ya de por sí buenas relaciones con Estados Unidos y Gran Bretaña para lograr ese objetivo. Por otra parte, los fundamentalistas y jefes de clanes son sus enemigos.
Egal expresó al periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung que sospecha que algunas de las florecientes empresas de Somaliland financian a los grupos fundamentalistas tanto en las autoproclamadas repúblicas de Puntland y Somaliland como en el resto de Somalia. Su meta de llevar a Somaliland a la era moderna a través de un sistema pluripartidario es rechazada por muchos jefes de clan. "Si los jefes de clan realmente se alían a los fundamentalistas, entonces a más tardar en tres años tenemos un segundo Afganistán", dijo Egal al diario alemán.
"La idea de que Somalia se convierta en un segundo Afganistán es una visión que intranquiliza a muchos habitantes de Mogadiscio", explica un intelectual en la capital somalí. "La gente aquí incluso tiene miedo de manifestarse en contra de Estados Unidos". La retirada de los cooperantes internacionales como consecuencia del llamamiento de la Unión Europea hace dos semanas sólo aumentó aún más el nerviosismo. Pero Garry Quince, director de la delegación de la UE en Nairobi, no vio otra alternativa: "La situación es demasiado insegura y lo seguirá siendo por el momento". (DPA)