El objetivo que todos los odontólogos debemos fomentar en nuestros pacientes es una boca sana, con dentición completa y apoyada en encías y huesos sanos, con una oclusión equilibrada y estable. El objetivo de la ortodoncia se centra en la obtención de las mejores relaciones oclusales posibles en el contexto de una estética facial aceptable y en la estabilidad de los resultados obtenidos. Y es así como las principales responsabilidades del ortodoncista son el diagnóstico, prevención, intercepción y tratamiento de todas las formas de maloclusión dental y de las estructuras adyacentes; el diseño, la aplicación y el control de la aparatología funcional y correctora, y la supervisión de la dentición y sus estructuras de soporte para conseguir y mantener unas relaciones óptimas de armonía fisiológica y estética entre las estructuras faciales y craneales. Dada la alta prevalencia que presentan las maloclusiones en la sociedad occidental y conociendo que necesitan un urgente, largo y costoso tratamiento, es por lo que debemos priorizar la prevención y la terapéutica precoz. Los estudios epidemiológicos de las maloclusiones han conducido a un mejor conocimiento de la extensión y severidad de esta alteración, que por el número de personas afectadas ocupa el tercer lugar dentro de las enfermedades y alteraciones en odontología, después de la caries y enfermedad periodontal. Puede decirse que gran parte de las maloclusiones pueden prevenirse, fundamentalmente aquellas cuyo origen está ligado a causas adquiridas (no así las de origen genético, que son sin dudas las más severas). Somos conscientes de los efectos deletéreos de la propia maloclusión sobre la salud bucodental; incrementa el número de caries por el acúmulo de placa bacteriana y favorece la aparición de gingivitis, periodontitis y alteraciones funcionales de la articulación témporomandibular, además de disminuir la sensación de bienestar del individuo dentro de la sociedad, en detrimento de su autoestima. Las maloclusiones son una de las alteraciones odontológicas que mejor y más eficazmente se van a beneficiar de las medidas preventivas, tanto desde el prisma de la prevención estricta, como del de la puesta en marcha de medidas o tratamientos precoces con el objeto de evitar el desarrollo de una alteración más complicada y difícil de tratar. La prevención de las maloclusiones comienza ya en la mujer gestante (alimentación equilibrada), continúa en la infancia hasta la edad juvenil, e incluso en los adultos. Las medidas inespecíficas van a preparar el terreno para el adecuado desarrollo morfo-funcional del niño. A medida que se desarrolla la oclusión, desde los dientes primarios a los permanentes, se produce una secuencia temporal y ordenada de acontecimientos. Esta secuencia da lugar a una oclusión funcional, estética y estable. No obstante, cuando ésta se altera aparecen problemas que pueden influir en las características últimas de la oclusión de los dientes permanentes. En estos casos es necesario aplicar las medidas correctivas adecuadas para restablecer el desarrollo normal del proceso de oclusión. El mantenimiento del espacio, el control de la respiración bucal, el control de hábitos (succión de dedos), el tratamiento con técnicas sencillas y eficaces de pequeñas desviaciones de la normalidad, serán las técnicas a tener en cuenta y poner en marcha tan pronto detectemos la causa etiológica. Lo ideal sería actuar antes del comienzo de la evolución de la maloclusión. Patricia Liliana Peluffo Miembro de la Asociación de Odontología Interdisciplinaria
| Las maloclusiones son alteraciones muy frecuentes. | | Ampliar Foto | | |
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