A pesar de la situación del país y del sector, del clima que complica la nueva campaña, del agua en el sur, y de todos los problemas que se enfrentan hoy, el empresario rural no puede dejar de mirar (aunque sea con un ojo), lo que ocurre en el seno del Mercosur con el principal socio comercial de la Argentina: Brasil.
Es cierto que la relación entre ambos países se caracterizó, básicamente, por los "cortocircuitos". Pero no es menos cierto que también fue muy beneficiosa en términos de comercio, especialmente para la Argentina que, además de haber incrementado fuertemente sus ventas a ese destino, viene registrando un importante superávit comercial en la balanza bilateral, al punto que Brasil ya lleva varios años como el principal cliente para los productos locales.
Este elemento positivo no se puede perder. Partiendo de este hecho, bien vale hacer una serie de aclaraciones, especialmente teniendo en cuenta la multiplicación de versiones sin asidero (o, peor aún, con falta de información cierta y conocimientos) que se vienen escuchando.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que el Tratado de Asunción, que diera origen al Mercosur, y luego el de Ouro Preto que lo completó, no admiten decisiones unilaterales, mucho menos, para modificar acuerdos básicos como, por ejemplo, el del arancel externo común (AEC).
Dicho en otras palabras, ninguno de los países miembros puede adoptar ninguna medida respecto al AEC que no esté acordada con los 3 restantes (Brasil, Uruguay y Paraguay). Esto vale también para la totalidad del Tratado, es decir que si uno de los miembros quisiera retirarse, los demás deben aceptar esa decisión y, aún así, el que se va deberá compensarlos. En síntesis, es casi imposible salir.
Respecto al Arancel Externo Común, también hay que recordar que su existencia es excluyente para tener una unión aduanera, paso previo al mercado común.
En caso de no contarse con un AEC, entonces apenas se estaría en una zona de libre comercio, al estilo del Nafta (EEUU México y Canadá), y totalmente distinto al modelo Unión Europea que se eligió en esta región.
Aunque el tema resulte un poco árido, es necesario tener muy en cuenta estos elementos, a fin de poder analizar seriamente las informaciones que se van difundiendo.
Ahora bien, si como dato real está el importante crecimiento del comercio que ya se registró y, por otra parte, se tiene claro que para cualquier otra negociación, tanto con el Nafta, como para el Alca (el libre comercio para toda América que "impulsa" EEUU), o con la Unión Europea, es de gran importancia estratégica hacerlo desde un frente común y no individualmente, entonces queda claro que el Mercosur debe ser defendido y apuntalado.
La tarea, sin embargo, no es fácil ya que, prácticamente desde fines del 97 viene perdiendo ímpetu, se contravienen sistemáticamente temas ya acordados y, definitivamente, le falta conducción política y contenidos.
A su vez, no es ninguna novedad que al ministro Domingo Cavallo nunca lo convenció demasiado el Mercosur y siempre prefirió una negociación bilateral con EEUU. Tampoco es novedad que el acuerdo, más concretamente la relación entre Brasil y Argentina, debía haberse profundizado y corregido algunos de sus desvíos hace ya bastante tiempo.
El futuro del Mercosur
Sin embargo, ninguna de estas carencias y déficits implica que lo mejor es debilitar o disolver el acuerdo, aún cuando eso fuera factible (y, en realidad, prácticamente no lo es). Sería lo mismo que sacarse una muela por una caries, en lugar de ir al dentista y arreglarla.
Así las cosas, lo que habría que hacer ahora es retomar la línea de la primera etapa del Mercosur (93-96), efectivizar todo lo ya acordado, trabajar sobre los temas pendientes ya definidos (cláusulas gatillo, mecanismos de salvaguarda, etc.) que neutralizarían varios de los aspectos negativos de la actual relación, y hacer un nuevo cronograma que contemple las correcciones pendientes.
Si se lograra la mitad de esto, lo más probable es que nadie objetaría el acuerdo regional, aunque también se podría decir que, si no se logran acordar estos temas con el vecino Brasil. ¿Se puede, con alguna lógica, esperar avanzar en una negociación con cualquier otra región o país, especialmente con los EEUU?