Los 150 internos del pabellón 12 de la cárcel de Coronda iniciaron ayer una huelga de hambre por tiempo indeterminado. Para que los alcances de la protesta no admitan dudas 38 de ellos se cosieron la boca. La medida es para reclamar mejoras en las condiciones de detención, como acceso a la escuela y la biblioteca, tiempo para practicar deportes, y cambios en los días de visita para facilitar la continuidad del vínculo familiar. Los detenidos también denunciaron que son víctimas de malos tratos tanto físicos como sicológicos por parte de los agentes del Servicio Penitenciario y sus autoridades, ya que no escuchan sus reclamos ni ofrecen respuesta a ellos. Las demandas de los detenidos fueron presentadas por familiares y miembros de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), organización a la que solicitaron su mediación ante la autoridades del Servicio Penitenciario. Los detenidos reclaman que se les permita estar más tiempo fuera de las celdas, ya que actualmente tienen sólo una hora y media por día para salir al patio. La reducción del tiempo de recreo fue a causa de una sanción que recibieron en forma colectiva después de una pelea que se originó entre dos o tres internos un día de visita hace aproximadamente un mes atrás. También piden tener acceso a la escuela, la biblioteca, o permiso para ir a la iglesia. "No los dejan hacer conducta", acusaron los familiares. "No pueden ir a trabajar, aunque algunos tienen oficio; ni leer, ni ir a la escuela. Están encerrados todo el día y lo único que puede hacer es hablar y pelear entre ellos", señaló una de las mujeres. Y recordó que una oportunidad que llevaron a un preso goma de pegar para que "haga objetos con cajas de cigarrillos", los agentes no les permitieron ingresar el frasco "aunque era transparente y se veía perfectamente que no había otra cosa", señaló. Otra de las demandas es el cambio en el día de visitas de jueves a sábado. El motivo es que los días laborales hay menos familiares que cuentan con la posibilidad de ausentarse de su trabajo para viajar, ya que la mayoría de los internos son de otras localidades. Los allegados, por su parte, plantearon que las autoridades no les avisan que los internos están castigados y privados de visitas. "Viajar tiene un costo muy alto, requiere de un gran esfuerzo juntar el dinero para el pasaje, y una vez que estamos allá nadie atiende nuestros problemas", dijeron. Como ejemplo recordaron el caso de una mujer que vive en la isla y llegó a Coronda a remo después de 9 meses de no ver a su hijo, con quien no se pudo encontrar porque le dijeron que estaba castigado. "Es perverso que mientras el discurso oficial dice que apunta a la reinserción social de los detenidos, las sanciones los obliguen a convivir encerrados y sin ningún contacto con el exterior", dijo Lilian Echegoy, de la CTC. Los detenidos que iniciaron la protesta están considerados de mala conducta. Pero sus familiares señalaron que "esto no quiere decir que estén acusados de delitos graves, sino que es una sanción a su forma de reaccionar frente a las actitudes de los carceleros, la mayoría de las veces provocativas y arbitrarias". Señalaron, por ejemplo, que tener "sombra de barba" es motivo de sanción, aunque el SP no los provee de elementos para que se rasuren. También destacaron que la mayoría de los internos tienen entre 20 y 25 años. "La cárcel es un mundo aparte. Allá se les exige que sean sumisos y se callen aún ante situaciones injustas, y si responden los sancionan, por lo que después son calificados con conducta mala", dijo una de las mujeres. "Lo que se llama adaptación dentro del penal no es justamente la forma más responsable de manejarse en la vida real", indicó.
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