"Estamos invitados a tomar el té la tetera de porcelana. los pobres colador es tienen muchas el porque el agua se les escapa cada dos por tres. Vamos a ver cómo es el mundo del revés". El texto no tiene comas ni puntos, y ni siquiera respeta la conocida canción de María Elena Walsh. Sin embargo, si IBM ViaVoice Pro pudo escribir esto, ¡el programa funciona muy bien!
Antes de comenzar a usar el programa, usted deberá invertir algo de tiempo para la creación del perfil. El proceso consiste en leer en voz alta un texto, para que el programa identifique su manera de hablar.
Es importante "educar" bien al software, pues de ello dependerá el éxito de su funcionamiento. Para hacerlo bien, usted tendrá que enseñarle qué palabras usa frecuentemente, leer textos con los que suele manejarse y corregirlo constantemente (en fin, mostrarle cómo habla). Aunque esto parezca tedioso, es una de las tareas más divertidas que tiene la aplicación ya que permite tomar conciencia de algunos fenómenos, como por ejemplo, cuando uno pronuncia el nombre "Fernando", ViaVoice Pro escribe "Armando".
Una vez creado el perfil, al que usted llamará por su nombre, podrá comenzar a disfrutar del programa y dictarle cartas para que escriba en el procesador de texto, e-mails, e incluso mensajes de chat. También tendrá la posibilidad de programarlo para que aprenda a abrir archivos, crear documentos y todo lo que se le ocurra.
Por suerte, además de ser simple, su interfase trabaja con asistentes permanentes que, a su vez, le hablan al usuario y le avisan si se produjo algún error.
Gracias a esta versión mejorada, ViaVoice Pro deja de limitarse a la categoría de "divertido producto innovador" para convertirse en una aplicación útil (muy probablemente, este programa sea la única solución para que ser humano y máquina se entiendan). Esto se vuelve evidente para usuarios con discapacidad motora o con molestias temporales en brazos y manos. También muchos empleados, telefonistas, recepcionistas de mensajes o simples usuarios podrán aprovechar el software y adaptarlo a sus propias necesidades.
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La Ciudad
