Un trabajador rural de 43 años fue condenado a ocho años de prisión por asesinar a machetazos a un cuidador de cerdos en la zona rural de Acebal. El acusado declaró haber actuado en defensa de su vida durante una pelea y en un estado de profunda ebriedad, pero la forma en que fue hallado el cadáver demostró que la víctima estaba indefensa. Y el itinerario realizado por el homicida tras el crimen (recorrió 13 kilómetros en bicicleta) indicó que no estaba tan borracho como para no comprender lo que hacía. El imputado es Miguel Angel Sosa, un humilde hachero de 43 años que fue enviado a prisión por el asesinato de Victorino González, de 67. El crimen ocurrió el 9 de octubre de 1999 en la casa que ocupaba González en un campo de propiedad de Ramón Frazzi, unos 13 kilómetros al sur del casco urbano de Acebal. El hombre se ocupaba de cuidar la propiedad y tenía un criadero de cerdos. El cadáver fue hallado cerca del mediodía por un vecino que lo encontró tendido sobre la cama, con una profunda herida en el cuello y heridas cortantes en las muñecas. Cuando la policía llegó al lugar, el cuadro era aún más espeluznante: el rostro de la víctima había sido despedazado por los animales. No había pistas del agresor, pero las sospechas se orientaron hacia los compañeros de copas de la víctima. Luego se centraron en uno de ellos, Miguel Angel Sosa, cuando la policía halló en su casa un bolso con ropas manchadas con sangre. Sosa fue apresado el 2 de junio de 2000, ocho meses después del crimen, y reconoció haber sido el autor del hecho, aunque señaló que lo hizo en defensa de su vida y profundamente borracho. Según su relato, González quiso atacarlo con el machete y se produjo un forcejeo, hasta que él logró quitarle el arma y le pegó un fuerte golpe en el cuello. "Yo me tenía que defender, si no me mataba él a mí", aclaró. Pero el juez de Sentencia Nº 1, José María Casas, entendió que el acusado no estuvo impedido de comprender sus actos al analizar los pasos que siguió luego del crimen: recorrió 13 kilómetros en bicicleta hasta Acebal, en el trayecto se cambió la ropa y se deshizo del arma homicida y luego les contó lo ocurrido a sus hermanos, para finalmente escapar en su bicicleta hacia Venado Tuerto. Por la forma en que apareció el cuerpo sobre la cama, el magistrado infirió que González fue asesinado mientras se encontraba arrinconado junto a la pared. Para Casas, aunque haya existido una pelea previa, "el hecho de haberse munido de un machete le proporcionó (a Sosa) un claro dominio de la situación". Casas lo condenó a 12 años de prisión, pero los jueces de la Sala Primera de la Cámara Penal -Humberto Giménez. Juvencio Mestres y Ramón Ríos- redujeron la condena a ocho años en virtud de su "ausencia de condena, escaso grado de instrucción, humilde condición social y el rudo medio social en que se desenvuelve".
| |