Año CXXXIV
 Nº 49.253
Rosario,
sábado  29 de
septiembre de 2001
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Asalto a un matrimonio y su hijo en una casa de Villa Gobernador Gálvez
Tres ladrones apalean a una familia y roban sus ahorros en brutal ataque
Se llevaron 2.500 pesos con los que iban a pagar el tratamiento de la mujer, que tiene una discapacidad motriz

Eduardo Caniglia

Un matrimonio y su hijo vivieron una pesadilla en la madrugada del jueves cuando dormían en su casa de Villa Gobernador Gálvez y fueron sorprendidos por tres hombres que actuaron con brutalidad. Los intrusos luego de golpearlos e inmovilizarlos se llevaron 2.500 pesos, que era el dinero que la pareja había ahorrado con mucho esfuerzo para solventar el tratamiento médico de la mujer que tiene una discapacidad motriz.
Carlos Omar Izurzu tiene 63 años y se gana la vida "cortando caños de bicicletas" desde que tuvo que cerrar su taller mecánico para atender a su esposa, Celestina, de 63 años, que desde los 40 sufre de artritis reumatoidea crónica y debe caminar con bastones ortopédicos.
Cerca de las 4 del jueves, el matrimonio dormía en una de las la habitaciones de su casa de Bordabehere 1734, en Villa Gobernador Gálvez, jurisdicción de la comisaría 26ª. En el otro cuarto descansaba el hijo de la pareja, Carlos Gervasio, de 26 años. Cuando Carlos divisó la silueta de tres hombres en su habitación en medio de la oscuridad.
"Sentí un alboroto y al mismo tiempo que me zamarreaban. Como no podía despertarme no sabía si era un sueño o una pesadilla porque los tipos no encendieron la luz", explicó Izurzu.
Pero pocos segundos después el hombre comprobaría que estaba frente a una situación real cuando los intrusos ingresaron con su hijo en el cuarto y lo tiraron sobre la cama donde dormía Celestina. El muchacho no había alcanzado a despertarse cuando un tremendo golpe asestado con el bastón ortopédico de su madre impactó en su rodilla, pero Gervasio no tuvo tiempo de reaccionar porque enseguida los asaltantes lo ataron con "unas corbatas y cinturones que estaban en el ropero".
A su lado, Izurzu intentaba incorporarse para ver lo que ocurría ayudado por la tenue luz de la linternas de los agresores mientras los gritos amenazantes de los ladrones se sucedían. "Dónde está la plata, dónde está el fierro", decían los maleantes casi al mismo tiempo que intentaban maniatar a la mujer, que tiene dificultades para caminar a raíz de su enfermedad.
Entonces, Carlos, a pesar de que lo vigilaban dos de los hombres, se levantó para recriminarle a los ladrones lo que estaban haciendo con su esposa, pero una tremenda trompada impactó en su ojo izquierdo cuando ya "un tremendo calambre" había invadido una de sus piernas. "Además perdí sangre de la nariz y me lastimaron una prótesis dentaria", comentó.
Luego, los maleantes ataron con sábanas las manos de Carlos y con la situación controlada comenzaron a revolver los cajones del ropero hasta que encontraron el botín: unos 2.500 pesos que estaban guardados en un bolso. Al cabo de unos minutos, las víctimas del atraco se percataron de que los ladrones se habían ido, pero aunque no vieron sus rostros tenían la sospecha de que los maleantes habían escapado en un auto que los aguardaba en la calle. Los Izurzu tenían planeado con ese dinero comprar un "audífono" para Celestina, porque a raíz de su enfermedad "perdió el 85 de la capacidad de audición". También debían adquirir zapatos ortopédicos para que la mujer pueda caminar.
Ayer a la tarde Carlos y Celestina se lamentaban porque la plata que le robaron era el producto de sus ahorros. El hombre se gana la vida "cortando caños de horquilla" en una fábrica de bicicletas desde que debió cerrar un taller mecánico porque debía cuidar a su esposa enferma. Además recibe un subsidio de la municipalidad local para poder comprar "un costoso medicamento" que debe ingerir Celestina.
Pero a Carlos hay un detalle del atraco que lo inquieta: cómo ingresaron los ladrones si la puerta ni la ventana fueron forzadas. Al respecto presume que entraron con una llave similar a la de la puerta de su casa.



A Carlos y Celestina Izurzu los sorprendieron descansando.
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