| | Reflexiones El Islam y Occidente
| Ricardo Alejandro Terrile
La estructura de lealtad política entre árabes y musulmanes ha sido opuesta de la del Occidente moderno. Para éste, el Estado nacional ha constituido el marco de la lealtad política. En cambio en el mundo islámico, la estructura de lealtad ha sido exactamente la contraria. Se ha basado en la familia, el clan y la tribu y en forma muy limitada en referencia al Estado. En el mundo árabe, los Estados existentes tienen problema de legitimidad porque en su mayoría son el resultado arbitrario, caprichoso del imperialismo europeo y sus fronteras ni siquiera coinciden con las de grupos étnicos. La política colonial de Occidente procuró imponer sus creencias, criterios políticos y sistemas económicos, a tal punto que cuando se retiraron dejaron frágiles Estados creados de acuerdo con el modelo occidental, ajeno a las tradiciones del Islam. En Asia Central no han existido identidades nacionales. La fuerza más poderosa de unificación de la gente ha sido el Islam. Ello ha motivado que ningún país musulmán ha tenido suficiente poder ni legitimidad cultural y religiosa para asumir ese papel y ser aceptado como el líder del Islam por los demás Estados islámicos y por los países no islámicos. La ausencia de un Estado central islámico es un factor crucial en los conflictos internos y externos. El conflicto del siglo XX entre la democracia liberal y el marxismo-leninismo es sólo un fenómeno histórico, fugaz y superficial comparado con la relación continuada y profundamente conflictiva entre el Islam y el Cristianismo por más de mil cuatrocientos años. El conflicto es fruto de la diferencia de concepciones: el Islam, como forma de vida, trasciende y une la religión y la política. En el concepto cristiano occidental, los reinos de Dios y el César están separados. El grado de conflicto violento entre el Islam y el cristianismo ha variado a lo largo de la historia, influido por: el crecimiento de la población musulmana que ha generado una importante cantidad de jóvenes desempleados y descontentos que se convierten en adeptos de causas islamistas, ejercen presión sobre las sociedades vecinas y emigran a Occidente. El declive demográfico de la presencia colonialista de Occidente y el simultáneo resurgimiento islámico, ha dado una confianza renovada en el carácter y validez de su civilización, la última de las cuales ha sido el triunfo en Afganistán, derrotando nada menos que al imperialismo ruso. Los progresos económicos y el cambio tecnológico de Occidente ha conllevado a universalizar sus valores e instituciones, mantener su superioridad militar y económica e intervenir en conflictos en el mundo musulmán, generando un profundo resentimiento en éste. La intensidad del compromiso religioso de la nación musulmana y la actitud agresiva de Occidente ha hecho decaer la tolerancia recíproca, sobre todo después del hundimiento del comunismo con el que se acabó un enemigo común de EEUU y el Islam y convirtió a ambos en la principal amenaza a la vista para el otro. Modernamente, los conflictos no se centran en objetivos centrales propios de las guerras convencionales, determinadas por la anexión de territorio, sino en cuestiones más amplias, tales como: la proliferación de armas, los derechos humanos, la democracia, la emigración, el terrorismo islamista y la intervención occidental. En los últimos veinte años, los países islámicos han encarado gradualmente una dirección antioccidental como consecuencia del resurgimiento cultural islámico y la reacción contra lo que consideran una "gharbzadegi" u "occidentoxicación" (Huntington, Samuel "El Choque de las Civilizaciones" Ed.Paidos. pag.254-1997). Consideran la cultura occidental materialista, corrupta, decadente e inmoral, y sus paises: arrogantes, represivos y brutales. Occidente, por su parte, ha considerado al Islam fuente de proliferación nuclear, de terrorismo y en Europa, de inmigrantes no deseados. Samuel Huntington (obra citada) ha manifestado que entre el Islam y Occidente se ha instalado una "cuasiguerra" y lo fundamenta en tres razones: 1º No ha luchado todo el Islam contra todo Occidente. 2º Se ha combatido con medios limitados. Terrorismo por una parte y potencial aéreo, operaciones secretas y sanciones económicas por el otro. 3º La violencia aunque continuada no ha sido continua. Sin embargo, concluye Huntington, "...una cuasiguerra sigue siendo una guerra...". En esta "cuasiguerra" cada bando se ha aprovechado de sus propias fuerzas y de las debilidades de la otra parte. Los activistas islámicos, conscientes de la presencia y el poder militar de Occidente, se valen del terrorismo y se sirven del carácter abierto de las sociedades de Occidente. EEUU por su parte, impulsa el derrocamiento de los regímenes islámicos extremistas. Mientras el Islam está convencido de la superioridad de su cultura y obsesionada con la inferioridad de su poder, Occidente esta convencida de la universalidad de su cultura y cree que su poder superior, le impone la obligación de extender sus valores en todo el mundo. Dentro de éste contexto cabe el análisis que podamos efectuar sobre el acto terrorista en el territorio de EEUU. Las acciones estuvieron dirigidas contra las Torres Gemelas, el Pentágono y aparentemente contra la Casa Blanca, símbolos del poder financiero, militar y político respectivamente. El conflicto no implica una guerra convencional que persigue la anexión de territorio y el sometimiento político y económico del otro, sino como una verdadera "intifada", una guerra santa. Los fundamentalistas procuran derrotar al demonio encarnado por EEUU y el mundo Occidental; guerra prolongada si se quiere, en el que se abandona la tolerancia religiosa y el reconocimiento de las diferencias como parte integrante de la condición humana. Occidente, encabezado por EEUU amenaza con bombardear objetivos civiles y militares de paises musulmanes, para resaltar y acentuar su superioridad militar, tecnológica y económica. Nosotros, quedamos a merced de los extremismos: No somos fundamentalistas y tampoco pensamos que la "solución" nos obligue a actuar contra objetivos civiles, ajenos al terrorismo. No creemos en la universalidad de la cultura occidental. No concebimos que la religiosidad no reconozca matices. Somos profundamente tolerantes y concebimos al mundo con sus diferencias. ¿Cómo hacemos para hacernos escuchar y no morir en el intento?
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|