El ingreso en el último trimestre de este 2001 abre ya las expectativas de finalizar un año que, en más de un sentido, es mejor olvidarlo. Pero aún faltan 3 meses y algunas señales de lo que resta siguen siendo negativas. Por un lado, la eventual postergación en la visita de la misión sanitaria de la Unión Europea, prevista para fines de octubre que, de concretarse, estaría alejando nuevamente la posibilidad de recomenzar, hacia fin de año las exportaciones de carne vacuna al viejo continente, el principal cliente de la Argentina. Esto, a su vez, mientras los mismos funcionarios europeos adelantaron a este fin de semana, su visita a Uruguay. Toda una señal.
Tal situación marcaría el probable retraso en la recuperación de los precios de una parte de la cadena ganadera. Pero también, el conflicto internacional generado por el ataque terrorista a los Estados Unidos que tendrá un impacto negativo sobre el sector agropecuario (mayor cuanto más se prolongue en el tiempo) y que afectará por distintas razones: por la posible caída en las cotizaciones internacionales, por el probable aumento en el precio de los combustibles, por la pérdida de algunos mercados, etc.
A su vez, internamente, el panorama no es mucho más tranquilizador aunque las razones son otras, y no son pocos los que prevén cambios de significación ni bien pasen las elecciones dentro de 15 días.
Pero tal vez, lo más determinante es que ante todas estas alternativas, los hombres de campo prácticamente no tienen ninguna defensa, participación, ni hay mayores expectativas de ayuda desde algún lado. Es decir que, lo que puedan o no hacer, dependerá casi exclusivamente de ellos mismo.
Y aquí no es mucho lo que se pueda esperar, excepto que se tengan “espaldas anchas” (financieras, naturalmente) para aguantar sin necesidad de vender producción o de “liquidarla”.
Por ahora, la necesidad de afrontar gastos fijos, de estructura, o compromisos, están determinando el mantenimiento global de las áreas de producción y hasta el aumento de algunos rubros como el de la soja que, comparativamente, va mostrando los mejores resultados, aunque no significa que la empresa-campo vaya a tener rentabilidad.
Naturalmente, no todas las situaciones son iguales y depende de la sanidad de cada empresa (léase libre o no de endeudamiento) el resultado que se pueda esperar.
Sin embargo, hay algunos instrumentos y acciones a las que los hombres de campo pueden apelar para atenuar situaciones, saliendo de los momentos más críticos.
Por un lado, si aún queda cierto margen, aconsejan reducir o eliminar todos los gastos que no sean imprescindibles. También se deberán utilizar las coberturas que ofrecen los mercados de futuros vendiendo parte de la producción a término o, al menos, comprando algunas opciones.
El auge del embolsado a campo
Otra alternativas de uso marcadamente creciente es el de las “bolsas” que permiten almacenar granos de cosecha (cuando no se dispone de silos propios) y dan la posibilidad de diferir la venta cuando las condiciones de mercado no son las más adecuadas. Y en la próxima campaña, esto puede adquirir particular significación, especialmente en algunos granos como el trigo o la soja en los que se esperan —si el clima lo permite— volúmenes récord que, seguramente significarán importantes caídas en los precios a cosecha.
Igualmente, y por la misma razón recién mencionada, será muy prudente asegurarse el transporte a tiempo, ya que se prevén complicaciones en la logística de movilización de estos volúmenes, en particular, durante los meses pico para el trigo y para la gruesa.
En síntesis, un momento para ser más cautos que nunca y tomar el máximo de previsiones, al menos, en los que el productor tiene alguna injerencia.