Sandra Cicaré
"Se está diseñando una agricultura pero sin agricultores", sentenció Eduardo Buzzi, presidente de la Federación Agraria Argentina (FAA) para resumir en pocas palabras el diagnóstico de la entidad sobre la realidad que vive el campo. Para dar respuestas a esta situación, la agrupación federada realizó el jueves y viernes pasado el 89º Congreso Anual bajo el lema "Desde el campo, entre todos, por una justa distribución de la riqueza", que intenta instalar el debate sobre quienes se apropian de las riquezas que derivan de sucesivas cosechas récord. -¿Cuál es lema del Congreso de Federación Agraria de este año? -Desde el campo, entre todos por una justa distribución de la riqueza. El tema es que hay un sector en crisis, el agropecuario. O mejor dicho, hay un sector de productores agropecuarios en crisis. Es una situación muy complicada de los productores pero no de la producción. Se está diseñando una agricultura sin agricultores. Esto se viene dando desde los últimos veinticinco años con una aceleración en los últimos diez. Por lo tanto, la suerte de los productores pequeños no está atada a producir más commodities sino a que el mercado interno tenga mayor capacidad de consumo, ya que absorbe el 85% de la leche, el 83% de la carne, el 100% del azúcar, el 60% del algodón y porcentajes similares en arroz, frutas y hortalizas. Entonces, la crisis de las economías regionales, de los pequeños productores, está atado a que en Lanús, La Matanza, el Gran Rosario, el Gran Córdoba haya gente con capacidad de consumo. La consigna del congreso tiene que ver con eso. Al campo, o por lo menos al sector al que representa la Federación Agraria Argentina, le preocupa que la idea de la distribución de la riqueza sea justa. -¿Cómo se conjugan las cosechas récords con productores endeudados o empobrecidos? -Efectivamente, es probable que vayamos hacia otra cosecha récord, pero cómo y quiénes se apropian de ella es lo que no se explica. Los diarios titulan que cuando aumentan los commodities se hablan de mil millones extra para el sector agropecuario, pero ¿quién se apropia de eso? -¿Quiénes son? -En una punta los proveedores de insumos y paquetes tecnológicos cada vez más concentrados. No digo los intermediarios o quiosqueros de pueblo sino los que producen la semilla, la genética, etcétera. En la otra punta, los exportadores, mientras más producción haya, más ganan. Y en el medio, un esquema cada vez más concentrado de algunos productores que lograron absorber a los vecinos, algunos cerealistas o acopios que se quedaron con los campos de sus productores, fondos de inversión, pooles de siembra y todas esas figuras de la nueva explotación de la tierra, ligados a capitales extranjeros. En el medio, un esquema cada vez más concentrado de producción de commodities a los cuales la escala, el sistema de financiamiento y de acceso a la tecnología de punta les permite obtener buenos márgenes. -¿Qué le queda al pequeño o mediano productor? -Por ejemplo, un productor de 100 hectáreas en Arequito, Casilda o J.B. Molina, que es mi pueblo, que tiene esa superficie propia y otra similar alquilada, tiene de costo de estructura más de lo que le cuesta la implantación del cultivo, como consecuencia de los servicios públicos privatizados, de los servicios que debe tomar en la compleja maraña que es el sistema impositivo, previsional, el de salud a lo que se le suma mantener la camioneta, y la familia. Por lo tanto, en ese esquema de 100 hectáreas propias el nivel de retiro es ínfimo, no supera los 600 pesos mensuales. Entonces, si ese productor debe enfrentar una deuda de 20 o 30 mil pesos, o bien paga lo que debe o vive. El problema es que aumentando los niveles de producción, sin embargo, el productor quedó fuera de escala. Los pooles de siembra, los fondos de inversión, los productores grandes no tienen ese problema. -¿Cómo salen de este círculo? -A través de políticas diferenciadas para sostener eso que denominamos la estructura social agraria. -¿En qué consiste? -Es una suerte de precio sostén hasta determinado segmento. Se deben complementar los precios o se mejora el tipo de cambio de exportación o bien se recupera la competitividad de verdad. Es decir, o se bajan los costos a la mitad, esto es, gasoil de 30 centavos, eliminación de los peajes, se diseñan políticas impositivas distintas, un adecuado control de los costos de herbicidas, semillas y fertilizantes que manejan muy pocas firmas o todo esto se baja a la mitad, incluyendo la cuestión fiscal, la tasa de interés. Otra salida sería mejorar el ingreso con una modificación diferencial del tipo de cambio, que es un tema más macroeconómico. También se podría pensar en asignar complementos de precios para que las ecuaciones resulten rentables hasta un determinado nivel de producción. -¿Esto sería similar a lo que implementa el gobierno de Estados Unidos con sus productores? -La diferencia es que ahí no le ponen techo. Nosotros no tenemos ningún interés de pelear políticas diferenciadas para los pooles de siembra o para el que produce 20 mil toneladas de granos. En cambio sí para el mediano y pequeño, porque si a ese productor no se le da una suerte de complementación y se le direccionan determinadas políticas de Estado, por lo mucho que se le sacó durante mucho tiempo, porque se le crearon condiciones artificialmente que lo dejan fuera de juego, esto deriva en endeudamiento, descapitalización, venta, quiebra y expulsión. -¿Cómo se conjuga este menú de reclamos de intervención estatal con una política económica que apunta al déficit cero? -Desde nuestra realidad sectorial no podemos menos que señalar que esta política de déficit cero va a contramano de lo que el país necesita. Cuestionamos la política económica y por eso en el Frente Nacional Contra la Pobreza, en la Mesa del Empresariado Nacional Pyme y distintos frentes empresarios y sociales señalamos que acá el problema es la política. Estamos de acuerdo que tiene que haber equilibrio fiscal, el asunto si es con ajuste o con otro tipo de política impositiva. -¿Cómo cuáles? -Aquí necesariamente debemos hablar de cuáles son las exenciones de impuestos que tienen los grupos concentrados de la economía, los tratamientos diferenciales que tienen por ejemplo las empresas privatizadas cuando no pagan los aportes patronales, a los subsidios que sí tienen las prestadoras de determinados servicios públicos privatizados. Entonces, éstos sí tienen subsidios y exenciones que garantizan rentabilidades y tratamiento diferenciales pero a favor de la concentración y del modelo que representa Domingo Cavallo. Ahí hay miles de millones de dólares para resolver el problema de la pobreza o de los pequeños productores. -Hay un sector que ve la salida de la crisis del productor en una mayor tecnificación y profesionalización ¿Qué opina al respecto? -Nosotros somos innovadores en cuestiones tecnológicas, técnicas. La Federación Agraria fue importadora de maquinaria agrícola en la década del veinte y promovió la mecanización cuando se trabajaba con tracción a sangre. No estamos en contra del avance. Creemos que es importante formarse. Desde hace años hacemos seminarios técnico-empresariales, tenemos convenios con el Inta en ese sentido, los profesionales de las cooperativas se articulan en un espacio específico para los ingenieros agrónomos. Coincidimos en que hay que ser eficientes, que hay que utilizar las tecnologías más desarrolladas. Pero sucede que en el país hace rato que el problema de la sustentabilidad del productor dejó de ser un problema técnico. No está en discusión si hay que sacar 50 ó 100 quintales de maíz, el problema es que mientras se usan los paquetes tecnológicos a los cuales se nos fueron induciendo, de todos modos desaparece un productor cada ocho horas. Podés ser muy eficiente, pero mientras haya reglas de juego donde tus éxitos se transfieren al sistema financiero, nada se soluciona. La discusión no es técnica sino profundamente política. -¿Cuáles son las proyecciones que hace la Federación Agraria respecto del nuevo ciclo agrícola? -Hubo un invierno muy favorable en términos de humedad y clima, por lo tanto la cosecha fina de trigo y legumbres está viniendo muy bien. Habrá que ver qué pasa en el verano. Hay mayor área de soja sembrada y menos de maíz. Pero lo que nos preocupa mucho es que ya estamos viendo una baja de precios. La soja está en 155, hay una caída de los valores del trigo. Otra vez estamos frente a una situación donde los volúmenes puedan llegar a ser importantes pero los precios están deprimidos. Es muy parecida o similar a lo que pasamos en la campaña pasada. Tuvimos cosecha récord de soja en la región Rosafé pero el 60 por ciento de la producción se vendió entre 140 y 150 pesos la tonelada. Así, volvemos a situaciones de quebranto, no se recomponen los pasivos, no queda capital de giro y se sigue cayendo gente. -¿Cómo ven el contexto internacional? -Cuando hablamos de la perspectiva de cosecha nos preocupa los efectos que pueda tener la situación internacional a raíz de los hechos ocurridos en Estados Unidos y la zona de los países islámicos. Estamos ante un problema y debemos prender la luz amarilla, ya que el 34% del maíz que exporta la Argentina tiene como destino países como Irán, Irak, Pakistán, Afganistán. Además, el 16% del total de exportaciones granarias argentinas se exporta hacia esos destinos. Ante un conflicto bélico prolongado con posibles bloqueos, la cosa se complica y hay que estar en alerta. En otros tiempos, frente a cualquier esquema de guerra los commodities -granos, petróleo, alimentos- siempre aumentaban. Esta vez, curiosamente, están bajando. -¿Están estudiando algún plan de lucha? -Con Coninagro hemos coincidido en establecer un eje y comenzar un proceso de movilización, más allá del 14 de octubre. Hay que ver todavía la forma, que todavía no está definida.
| "La cosecha récord no beneficia a los productores". | | Ampliar Foto | | |
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