Año CXXXIV
 Nº 49.253
Rosario,
sábado  29 de
septiembre de 2001
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Opinión: "El altísimo precio de la celebridad"

Silvio M. Valli

Andy Warhol, pintor estadounidense, pionero del Pop-Art sostenía que "cada ser humano tenía derecho a sus quince minutos de celebridad". Esta aseveración no puede ser más acertada toda vez que la televisión y en particular la nuestra, vomita personajes mediáticos que alentados por "periodistas" amarillos y sus programejos "ad-hoc" les brindan la posibilidad que Warhol prometía.
Así las cosas, el pasado domingo en el altar televisivo laico cuyo oficio sacramental profesa Susana "Yo no fui" Giménez, un proxeneta Luis Vadalá tuvo sus quince minutos de celebridad, promocionando su casamiento con una "michi" uruguaya. Conmovedor y sobre todo ejemplificador, ya que venía con embarazo incluido. Robaron, asimismo, cámara en "Rumores", "Movete", "Intrusos", "Indomables", como antes lo hicieron Marcela Ortiz, Samantha Farjat, José Luis Gozalo, Charlie Masson, Alberto Paganini, Patricio Giménez, Emilio Rodríguez Menéndez, Claudio Ponce, además... Pare, pare, Don Valli. Se puede saber quienes son estos ignotos personajes, me interrumpió Out.
Y, dilecto Out, veamos: La Ortiz, madre de una hija no reconocida de Guillermo Coppola; la Farjat, del affaire Coppola ¡promocionando su libro de memorias que ríase de las de la Princesa Rusa; José Luis Gozalo, para hablar del cadáver de Rodrigo; Charlie Masson, ex novio de Tamara, la de "Gran Hermano"; Paganini, el papá de Tamara, haciéndose de unos pesitos y colándose de la "fama" de su hija; Patricio Giménez, el hermano muletto de Su Giménez, Rodríguez Menéndez (éramos pocos y ...) el carroñero español que denunció a Daniela Cardone por prostitución y celestinaje; Claudio Ponce, ex de la "michi" Silvia Süller por intento -sólo intento- de suicidio y siguen las firmas.
Out escuchó y reflexionó: Rating, pasmo, cachets inexistentes y ganancias existentes de los programejos. Desangelados que buscan con el escándalo ganar celebridad. Esperpénticos seres que conforman la cohorte valleinclaniana de los milagros, que existe para que un público hecho a imagen y semejanza se regodee.


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