Año CXXXIV
 Nº 49.251
Rosario,
miércoles  26 de
septiembre de 2001
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Drogas modernas atenúan el desarrollo de enfermedades reumáticas

En las enfermedades reumáticas, la presencia persistente del dolor centra la atención tanto del paciente como de su terapeuta en el control de este síntoma. Sin embargo, es indispensable aprender a jerarquizar otros aspectos igualmente significativos pero más silenciosos, como por ejemplo la disminución clara del rango de movimiento, los trastornos de la fuerza o de la sensibilidad, la desviación de los ejes articulares o la aparición de posiciones viciosas o de francas deformidades articulares.
Las drogas desinflamatorias, de tan remanido uso, poco aportan en la mejoría de muchos de estos también preocupantes signos y no son capaces por sí solas de controlar el progreso de las lesiones articulares.
Es necesaria una evaluación inteligente y especializada para abordar el control integral de todas las manifestaciones clínicas, recurriendo tanto a los aportes de la fisiatría, la ortopedia y la kinesiología como a modernas drogas que sin tener en sí mismas ningún efecto analgésico, son capaces en cambio de atenuar o contener el desarrollo de las enfermedades reumáticas.
En los últimos treinta años la orientación predominante de los tratamientos en la especialidad ha sido apuntalar los mecanismos para prevenir o abortar los daños osteoarticulares, ya que luego de instalados son difíciles de revertir.
Para el control de las enfermedades artríticas aparecieron las llamadas drogas de "segunda línea", (sales de oro, hidroxicloroquina, salazosulfapiridina, metotrexato, leflunomida, etanercept) capaces de aplacar en el mediano plazo los síntomas inflamatorios y de promover importantes remisiones de su cuadro clínico.
Para las artrosis, de casi inevitable presencia en aquellos que superamos la quinta década de tránsito por esta ciudad húmeda y costera, surgieron en los últimos años medicamentos que apuntan a proteger a los cartílagos articulares del daño que suele imponer el paso del tiempo, asociado con factores genéticos y ambientales predisponentes, el sobreuso, los microtraumatismos repetidos, los trastornos de la alineación y otros. De este grupo de drogas se pueden mencionar el sulfato de glucosamina, la diacereína, los extractos de palta y soja y el condroitinsulfato.
También aparecieron medicamentos que pueden ser aplicados intraarticularmente, como el ácido hialurónico o el hilano G20, de particular utilidad en las artrosis de la rodilla y el hombro, cuyo mecanismo de acción se apoya en aumentar la viscosidad y la elasticidad del líquido que lubrica la articulación, permitiendo interesantes mejorías del pronóstico funcional.
La irrupción de estas drogas viscosuplementadoras del líquido articular, más los condroprotectores antes mencionados y la indicación inobviable de los ejercicios de fortalecimiento para las articulaciones comprometidas, han introducido una notable mejoría del pronóstico que tenían por ejemplo la mayor parte de las artrosis de rodillas o de hombros, tratadas solamente con analgésicos o desinflamatorios.
Para la osteoporosis, proceso caracterizado por una progresiva disminución de la masa ósea y un consiguiente aumento del riesgo de fracturas, que afecta con predilección a las mujeres en etapa postmenopáusica, se desarrollaron diferentes opciones terapéuticas dirigidas a detener o revertir esta tendencia, entre las cuales cabe mencionar la terapia hormonal de reemplazo con estrógenos, la calcitonina, la vitamina D, los alendronatos en dosis diarias o únicas semanales, el risedronato y el raloxifeno.
Todas estas drogas deben ser asociadas siempre a los suplementos cálcicos que permitan alcanzar al menos 1,5 gramos de aporte diario de este mineral. La mayor efectividad se logra cuando la pérdida de la masa ósea es discreta, siendo muy difícil revertir los cuadros demasiado avanzados, de allí la tendencia actual a jerarquizar la importancia de los mecanismos de prevención. Por lo tanto, creer que se está haciendo un tratamiento reumatológico cuando simplemente se automedica con ligereza y sin diagnóstico previo cualquier analgésico puede ser el comienzo de un camino erróneo que no siempre resulta fácil desandar.
Los desinflamatorios pueden ser imprescindibles en determinadas etapas de estos padecimientos, pero nunca constituyen la única herramienta con la que se debe intentar el control de la patología que motivó la consulta de nuestro paciente.
En reumatología, pretender resultados óptimos utilizando un solo recurso terapéutico, sea medicamentoso o pertenezca a la moderna aparatología médica, es bastante difícil y excepcional. Si excluimos los publicitados y siempre cambiantes tratamientos "mágicos" de profusa difusión televisiva, nos tocará transitar el camino de lo científicamente comprobado, cuyas actuales perspectivas se han enriquecido notablemente, permitiendo así un pronóstico optimista para la mayoría de las dolencias consultadas.
Juan Carlos Guzzardo
Reumatólogo
Mauro Nicolás Guzzardo
Kinesiología y Fisiatría



Los ejercicios mejoran la evolución de las artrosis.
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