Año CXXXIV
 Nº 49.251
Rosario,
miércoles  26 de
septiembre de 2001
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Claude Chabrol se convirtió en una de las figuras del Festival de Cine de San Sebastián
El director, que preside el jurado del encuentro, asegura que premiarán a los filmes que tengan una búsqueda auténtica

Paulo Pécora

Cineasta y crítico prestigioso y ahora presidente del gran jurado del festival de San Sebastián, el francés Claude Chabrol aseguró que, aunque no sean habituales, "la ética y la honestidad son dos de las propiedades más importantes que debe poseer el cine". Para él, dijo, sólo perduran en el tiempo los filmes que dicen las cosas con franqueza.
"La ética y la honestidad son indispensables. Puede haber obras de cualquier género, con amor y sin amor, pero si cualquiera de ellas es deshonesta, no se merece ningún respeto. La honestidad es algo muy importante, aunque no sea lo que hace que una película tenga o no tenga éxito", afirmó Chabrol en la ciudad balnearia española.
Amable, irónico y mucho más agradable que lo que se podría imaginar después de ver cualquiera de sus filmes -en los que suele exponer las peores miserias del ser humano-, el director galo añadió: "Conozco pocos filmes que hayan sobrevivido a lo largo del tiempo habiendo sido deshonestos; pueden tener un éxito pasajero, pero sus trampas siempre quedan en evidencia. La ética es indispensable en el cine".
Viejo conocido del festival donostiarra, donde en 1997 ganó la Concha de Oro a la mejor película con "No va más" ("Rien ne va plus"), Chabrol -que nació en París en 1930- adelantó a que después de un año sin filmar, está preparando los guiones de tres películas a la vez, dos de las cuales, "La flor del mal" y "La dama de honor" las rodará el año próximo en forma consecutiva.
Célebre entre otras cosas por haber sido junto a François Truffaut, Jean-Luc Godard, Eric Rohmer y Jacques Rivette uno de los primeros críticos de Cahiers du Cinema en lanzarse a la dirección de sus propios filmes, Chabrol debutó en 1958 con "El bello Sergio" ("Le beau Serge"), una de las obras que inauguraron la corriente bautizada luego como Nouvelle Vague.
Aunque está acostumbrado a escarbar en lo más oscuro de la psicología de sus personajes y a tratar temas como el egoísmo y la maldad de una forma ácida y revulsiva, Chabrol jura que es una persona feliz. "Lo que me lleva a tratar esos temas tan tristes -explicó el realizador- es el hecho de que yo, íntimamente, soy una persona muy feliz y me choca tanto ver gente que no lo es, que siempre intento averiguar por qué son así".
"Y cuando lo hago me doy cuenta de que la mayoría de las veces se debe a que tienen comportamientos demasiado egoístas, demasiado mezquinos. Muchos parecen ser más débiles que lo que realmente son, y ponen en juego ciertas fuerzas psicológicas para que los demás piensen eso sólo porque les conviene", agregó el director de "La ceremonia" y "Gracias por el chocolate".
A pesar de que sus experiencias como representante de la Nouvelle Vague quedaron muy atrás en el tiempo, Chabrol todavía posee memorias de aquella camada que revolucionó estética y éticamente al cine a fines de los 50 y principios de los 60. "Según recuerdo -ironizó- la Nouvelle Vague se trataba de una reunión de personas a quienes no les gustaba cierta forma de hacer cine".
"Eramos todos muy distintos: no formábamos un movimiento homogéneo como el neorrealismo italiano sino que hacíamos filmes muy diversos. Sí nos unía -señaló- la preferencia por cosas que no estaban presentes en el cine que se hacía en Francia en aquella época -un cine de estudio, muy artificial-, mientras que nosotros tratábamos de acercarnos más a la realidad".
"Sin embargo, no creíamos realmente en ello, pero todos nos aprovechamos del momento. Es cierto que influimos a varios cineastas de todo el mundo y los incentivamos a hacer películas distintas, pero pienso que hay gente que llegó después de la Nouvelle Vague que confunde la libertad cinematográfica con el mezclarlo todo", agregó el cineasta.
Chabrol es y se reconoce sin complejos como un cinéfilo empedernido, "enfermedad" que le viene de muy joven y cuyo primer síntoma se manifestó en 1943, a sus 13 años, cuando fundó su primer cineclub. "Me encanta ver y hablar de cine, me paso la vida viendo cine. También me encanta la televisión, porque uno puede ver todas las películas de la Tierra sin moverse del sillón", dijo.
"Cuando veo una película -prosiguió- siempre me obligo a mí mismo a ir despacio, porque tengo cierta tendencia a apresurarme a juzgarla. Pero al mismo tiempo me doy cuenta de todas las trampas que tiene, y en ese sentido establezco un diálogo virtual con ella en el que le digo que no podrá tomarme el pelo, porque conozco muy bien sus trucos".
Licenciado en Letras en la Universidad de París, a principios de los años 50 Chabrol comenzó a escribir sobre cine y literatura en la revista Arts y luego se integró a la redacción de Cahiers du Cinema, donde fue una de las plumas destacadas durante la primera época de la publicación y firmó artículos imprescindibles antes de convertirse en el cineasta de renombre que es actualmente.
Desde entonces, Chabrol dirigió más de 50 películas en las que trazó un retrato incisivo e irónico -muchas veces frío y despiadado- del ser humano en general y de la sociedad francesa en particular, especialmente de los miembros de la burguesía de provincias.
Para después del festival, Chabrol tiene en manos varios proyectos. después de un año de inactividad, volverá al ruedo para filmar, en forma consecutiva, tres nuevas películas en las que ya está trabajando, dos de las cuales rodará el año próximo y la tercera en 2003.
"Hay varias películas que todavía no hice y me gustaría hacer. Hay varios temas que me gustaría abordar y todavía no lo hice", dijo Chabrol, cuya película "Gracias por el chocolate", que tiene a Isabelle Huppert como protagonista, se estrenó recientemente en Argentina.
"En uno de mis próximos filmes quiero mostrar cómo un individuo que vive en un universo totalmente racional miente constantemente para poder adaptarse a él, pero termina volviéndose loco", agregó el realizador, que ya tiene los títulos de dos de esos proyectos y todavía está definiendo el del tercero.
"Otros de los temas que voy a tratar serán la transmisión de la culpabilidad de una generación a otra y la relación entre la lucidez y la santidad, la empatía absoluta", señaló Chabrol.
Dos de los títulos que el director ya tiene definidos son "La flor del mal" y "La dama de honor", mientras que la tercera de las películas hasta ahora tiene un nombre provisorio, "La santa", que Chabrol podría modificar o cambiar por otro.
"Estoy trabajando en las tres películas al mismo tiempo. Este año no he filmado nada, porque tengo ganas de rodar el año próximo dos de las tres películas y el año siguiente la tercera. Quiero intentar hacerlas seguidas, pero no sé por qué. Es algo que no tiene una explicación racional", concluyó.



El director está convencido de que el cine debe ser ético.
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