Laura King
Cruce Chaman, Frontera Pakistán-Afganistán. - Excluidos de Pakistán por un rollo de alambre de púas oxidado, cientos de refugiados afganos aguardaban acuclillados en el suelo polvoriento, bajo el sol del desierto. Algunos se hallaban en este desolado cruce fronterizo entre Afganistán y Pakistán desde hacía cinco días, desesperados por encontrar un refugio a los bombardeos norteamericanos, que ya consideran inevitables desde que sus gobernantes se niegan a entregar a Osama Bin Laden. Un millar de refugiados, que en su mayoría son niños, mujeres, ancianos y enfermos, aguardaban ayer en tierra de nadie, fuera de la ciudad paquistaní de Chaman, al pie del imponente monte Kouzak de 2.300 metros de altura. Bajo la atenta mirada de guardias paquistaníes, algunos respondían breve y furtivamente a los periodistas que estaban del otro lado de la barrera. Temían volver a sus hogares en Afganistán y no sabían cuánto tiempo más podrían soportar la espera en esas condiciones. La mayoría de estos refugiados provenían de Kandahar, a unos 40 kilómetros al noroeste. En esa ciudad está la sede del talibán, el movimiento purista islámico que gobierna la mayor parte de Afganistán. El presidente norteamericano, George W. Bush, exige que los talibanes entreguen a Osama Bin Laden, el multimillonario saudita considerando el presunto autor intelectual de los atentados del 11 de septiembre pasado. Y todo indica que en caso contrario, las represalias no se harán esperar. Por eso, Kandahar es considerado un blanco casi seguro y sus habitantes están aterrados. Cuando se cerró la frontera la semana pasada, unas 15 mil personas cruzaron a Pakistán a través de Chaman, señalaron funcionarios paquistaníes y de Naciones Unidas. Aunque muchos más lograron pasar subrepticiamente. Pero la policía paquistaní recogió a varios miles de estos nuevos refugiados -no se sabe aún la cifra exacta- y los trasladó a Chaman para que regresen a sus hogares. Con dos millones de refugiados afganos dentro de sus fronteras, producto de dos décadas de guerra que dejaron a Afganistán en la pobreza, la ruina y bajo el implacable régimen talibán, Pakistán se siente abrumado. Y el país no está en condiciones de absorber una nueva marejada de afganos que huyen de la guerra. (AP)
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