Año CXXXIV
 Nº 49.248
Rosario,
domingo  23 de
septiembre de 2001
Min 16º
Máx 27º
 
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El cazador ocutlo: "Los políticos en la pantalla chica"

Ricardo Luque

Hace años que Jorge Lanata insiste, y con razón, que está cansado de los programas políticos hechos con "una mesa y un helecho". Su observación obligó a que los conductores de los ciclos del género capaces de entender a quién iba dirigida la crítica intentaran un cambio. No muy profundo, por cierto, porque ni bien Lanata olvidó su prédica y dejó de devanarse los sesos buscando ideas originales para matizar su escenografía, las cosas volvieron a su cauce normal. Así fue como los periodistas especializados en política, una ciencia oculta para la mayoría de los mortales, una vez más volvieron a pertrecharse detrás de sus mesas y a regodearse con las agudas preguntas que disparan a sus invitados. Porque, mal que les pese a sus mentores, los programas políticos fueron, son y serán una variante, menos ingeniosa y atractiva, del talk show. De hecho, la magra cosecha de rating de los envíos del locales -léase "A tiempo Rosario", "Boca de urna" y "A fondo"- no les alcanza para superar a "Hablemos con Lía", el rey del bla, bla, bla televisivo nacional. No hay dudas de que su suerte esquiva se debe, en buena medida, al desprestigio que de un tiempo a esta parte tiene la materia prima de la que se nutren, pero también a la falta de ideas que evidencian a la hora de poner en escena la información. Pablo Feldman se conforma con hablar, hablar y hablar de frente a la cámara, con un estilo que no se diferencia mucho del de los predicadores que cierran la transmisión de los canales. El tándem Leandro Miller-Susana Rueda se esfuerza por ofrecer matices, pero su lucha es desigual y sucumbe al sopor de los discursos engolados de los políticos. Gerardo Bongiovani y, en el cable Armando Cabrera, recrean el recurso del teatro griego al que apela "Detrás de las noticias" y suman a su conducción un coro de "especialistas". Sólo "Bótelos", el programa del inquieto Lisandro Cavatorta, se desmarca del lote. Desde la escenografía, un enorme cesto de papeles dentro del que se entrevista a los invitados, su propuesta intenta ser original. Y, a veces, ¡vaya sorpresa!, hasta lo logra.


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