Karachi. - Tres personas murieron ayer en la ciudad paquistaní de Karachi durante las multitudinarias protestas antiestadounidenses y contra el presidente Pervez Musharraf, quien prometió a Estados Unidos su ayuda para una posible acción militar contra Afganistán.
Dos de los fallecidos perdieron la vida en un intercambio de disparos entre los manifestantes y la policía, mientras que un comerciante fue golpeado hasta la muerte por abrir su local durante la huelga nacional convocada la Comisión de Defensa de Afganistán", organización creada en estos días que aglutina a más de treinta grupos islámicos.
La policía paquistaní arremetió en la ciudad portuaria de Karachi contra cientos de personas que se manifestaban contra el gobierno de Islamabad y Estados Unidos, en protesta por un posible ataque militar contra Afganistán, informaron fuentes policiales y testigos oculares.
Las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos y bastones contra los simpatizantes del régimen radical islámico talibán de Afganistán, que prendieron fuego a neumáticos y lanzaron piedras contra coches. Unos cien manifestantes fueron detenidos.
El papel de los clérigos
En Islamadad, la capital ubicada en el otro extremo del país, también hubo manifestaciones, y se registraron varios choques entre manifestantes y la policía en todo el país, después de que los clérigos musulmanes excitaran los ánimos en las plegarias del viernes.
En mezquitas de todo Pakistán los clérigos islámicos llamaron a la población, durante la tradicional oración del viernes, a la resistencia contra Estados Unidos. "Cada ataque contra Afganistán sería un ataque contra toda la comunidad islámica", rezaba el mensaje central difundido desde las mezquitas.
Incendios y pedradas
Los simpatizantes del régimen talibán bloquearon las calles de Karachi y quemaron neumáticos y basura para expresar su disgusto ante la colaboración prometida a Washington por Islamabad. Los más violentos arrojaron piedras contra los automóviles que circulaban, forzando la suspensión del servicio local de ómnibus.
Además, cientos de simpatizantes del gobierno talibán y afganos que viven en Pakistán incendiaron un comercio de bebidas alcohólicas en el barrio no musulmán de Gulshan-e-Iqbal. La religión musulmana prohíbe el consumo de alcohol.
Washington exige a los talibanes la entrega incondicional del millonario de origen saudita Osama Bin Laden, considerado principal sospechoso de haber ordenado los atentados del pasado 11 de septiembre en Nueva York y Washington. El régimen afgano se opone a esta medida. (DPA)