| | Editorial Discriminación y disculpas
| El reciente caso ocurrido en relación con una publicidad del Colegio Alemán de Rosario debería ser visto como paradigmático en el momento de definir las virtudes que son inherentes al ejercicio pleno de la democracia. Todo comenzó con una nota publicada el pasado lunes por La Capital en la cual se hacía referencia a un folleto propagandístico considerado, fuera de toda duda, discriminatorio. En él, para destacar las virtudes del establecimiento educacional local, no se encontró mejor idea que mostrar un dibujo de niños con la cabeza cuadrada y, solitaria excepción en el triste grupo, uno con la cabeza redonda que, por supuesto, vestía el uniforme del mencionado colegio de la ciudad. La respuesta de la delegación local del Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi) fue inmediata: intimó a la institución a retirarlo de la circulación "de inmediato". Pero lo aleccionador, sin embargo, radica en el posterior desarrollo de los acontecimientos. El siguiente eslabón de la cadena fue la intervención directa del Ministerio de Educación provincial, que se hizo eco -ya oficialmente- de la firmeza exhibida por el Inadi. Pero al otro día se produjo el hecho más significativo: es que el propio ministro del área, en declaraciones públicas, les confirió a los sucesos la verdadera dimensión que poseían. "La Escuela Goethe debe pedir disculpas a la opinión pública de Rosario. Creo que la gente no merece esta clase de agresiones en nombre de la educación", disparó Alejandro Rébola, poniendo los puntos sobre las íes. Pero aquí es cuando se produce una feliz coincidencia. Ocurre que en la edición de La Capital de ese mismo día, en cuya tapa ocupaban un destacado lugar los dichos de Rébola, en la página cinco podía leerse una solicitada del Colegio Alemán en la cual se pedían las pertinentes, y muy oportunas, disculpas que había requerido el ministro. No deberían, al respecto, existir suspicacias: todo fue, sin dudas, un hecho desafortunado y provocado sin intención, aclarado del modo que corresponde. Sin embargo, sobre todo en un momento como este, hay que hacer hincapié en la ejemplaridad del curso de los hechos: ante un error, la rectificación -luego de las lógicas advertencias- fue inmediata. El caso anterior ocurrido en relación con el mismo establecimiento, de inscripciones sobre una pared que poseían un manifiesto contenido nazi, más la recordada discriminación sufrida en la Dante Alighieri por un alumno de origen boliviano se planteaban como los ingratos antecedentes de una situación que no debería repetirse.
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