| | cartas En defensa de la capilla
| Más allá del significado religioso y de lo que pueda representar para la grey católica la iglesia de Fisherton, debemos comprender que ese edificio no es una mera suma de argamasa y ladrillos, es un símbolo en que la comunidad ve reflejada parte de su historia y de su identidad. Es una porción del patrimonio de los rosarinos todos, y así como en una sociedad estamos convencidos de que debemos aprender a convivir en armonía jóvenes y viejos, aceptando los beneficios que suele traer el progreso, también debemos proponernos defender con ahínco los emblemas del pasado. Por nosotros, por nuestros hijos y por los que vendrán. El verdadero creyente no necesita de templos faraónicos para expresar su fe. Es cierto que la iglesia es diminuta, quizá no alcance para albergar a todos sus fieles que ojalá sean muchos, pero en un momento tan dramático de nuestra sociedad, en la que nosotros, los que comemos todos los días y contamos con un techo bajo el cual dormimos protegidos, debemos ponernos de pie y si realmente se cuenta con fondos suficientes para llevar a cabo un emprendimiento de tal envergadura, no incurrir en el pecado de la soberbia y agradar a Dios, disponiendo de ese dinero para un fin noble que nos engrandezca como seres humanos. Y entonces, que la misa se celebre bajo una carpa enorme, con la satisfacción de que la comunidad se ha unido en un proyecto único. Nora E. Tamagno
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