La predisposición femenina a padecer infecciones urinarias se debe a su propia anatomía, que facilita la entrada de gérmenes a la vejiga. La longitud de la uretra femenina, que generalmente está colonizada en su primer tercio por bacterias y hongos, mide cinco centímetros, mientras que la masculina es bastante más extensa (25 centímetros), lo que la protege de la contaminación exterior.
No es de extrañar entonces que las infecciones urinarias afecten 10 veces más a las mujeres que a los hombres. De hecho, las estadísticas hablan de que un 30% de la población femenina la sufrirá por lo menos una vez en su vida.
Los síntomas principales de la cistitis son ardor, molestia o sensación de arenilla al orinar. Además, hay una necesidad urgente de ir al baño, las orinas son concentradas, con mal olor y/o sanguinolentas. Sin embargo, también hay mujeres que pueden tener una infección urinaria y no presentar síntomas.
Enfermedad veraniega
Los especialistas afirman que existe una relación científicamente demostrada entre esta enfermedad y las estaciones: es más frecuente en verano que en invierno, probablemente debido a la deshidratación y el aumento de las relaciones sexuales en esta época cálida del año.
No obstante, es posible prevenir su aparición. Rojas aconseja:
* Ingerir por lo menos dos litros de agua al día. De esa manera se lava internamente el aparato urinario y se impide que los gérmenes permanezcan en la vejiga.
* Después de una relación sexual orinar y consumir más líquido.
* Cuando es crónica, se puede optar por tomar una tableta de algún antibiótico de bajo poder después de la relación sexual.
* Al momento de orinar, secarse de delante hacia atrás.
* No "aguantar" la orina en la vejiga.