Con las primeras imágenes de la tele sobre los atentados de ayer en Nueva York y Washington, la Redacción comenzó a tirar nombres de películas de Hollywood, como si esta vez las imágenes de la realidad fuesen una imitación de la ficción. Es cierto que desde hace tiempo se piensa que las preocupaciones y características de la sociedad son reflejadas a través de la televisión y del cine, y el cine de ciencia ficción es una de estas formas de cultura de masas que marca cambios y tendencias sociales, reflejando deseos, miedos y esperanzas.
Esta vez, la imaginación de la industria cinematográfica norteamericana funcionó como un boomerang: "Marcianos ¡al ataque!", "Día de la independencia", se escuchó decir frente a los televisores, como buscando un símil de la trágica realidad que, casi siempre, termina siendo peor que la ficción. Pero a pesar de los títulos tirados en un primer momento hay un filme que quizá representó mejor a la tragedia: "Contra el enemigo" ("The Siege"), el thriller protagonizado en 1998 por Denzel Washington y Bruce Willis. De todos modos, las invasiones alienígenas que destruyeron en la ficción a las más importantes ciudades de los Estados Unidos, también tienen que ver con la verdad de lo acontecido: en la historia del cine americano los marcianos hollywoodenses fueron un tema perfecto para sublimar la problemática de la Guerra Fría y siempre atacaron a los EEUU con mensajes políticos camuflados en argumentos de ciencia ficción, sobre todo en la época del macartismo, en los años 50.
De todos modos, si de terrorismo internacional se trata, "Contra el enemigo" representa sobre todo el día después del atentado, de cómo un gobierno y una sociedad reaccionan frente al hecho consumado, a pesar de que las explosiones reales traigan el recuerdo de las imágenes del reaccionario filme de Steven Spielberg o de la sátira de Tim Burton.
En "Contra el enemigo" el 26 de febrero de 1993 fue el día en que Estados Unidos perdió su inocencia. Hasta esa fecha, en la que una bomba estalló en Manhattan, en el estacionamiento subterráneo del World Trade Center (muy cerca de las torres gemelas atacadas ayer), la existencia del terrorismo en territorio yanqui era sólo una abstracción, pero cuando los equipos de rescate se apresuraron a ir a la escena del atentado, lo impensable se transformó en innegable. Además de ser un trágico hecho fue también un toque de atención para el gobierno de EEUU y sus cuerpos de seguridad. Así, nuevas disposiciones antiterroristas fueron aprobadas rápidamente por el Congreso y las fuerzas armadas se aunaron con el FBI y la policía local de cada una de las principales ciudades del país para el desarrollo de ejercicios de prevención de emergencias.
En esta película dirigida por Edward Zwick, Anthony Hubbard (Denzel Washington), jefe de la Fuerza Conjunta Antiterrorista formada por el FBI y el Departamento de Policía de Nueva York, es el hombre responsable de mantener la ciudad a salvo de un rosario de amenazas terroristas que parecen volverse más terroríficas a medida que se cumple cada nuevo plazo. Como agente de la Ley, su trabajo consiste en capturar y llevar a juicio a los delincuentes. Elise Kraft (Annette Bening) es un miembro de la CIA en misión secreta, que cuenta con importantes fuentes de información dentro de la comunidad árabe-norteamericana y que mantiene unas relaciones confusas con los sospechosos. Al tiempo que Hubbard y Elise emprenden su tarea, el clamor de la población por la seguridad y la intensificación de las actividades terroristas fuerzan la mano del presidente de los Estados Unidos, cuyo único recurso es la declaración del estado de emergencia y solicitar la ayuda de las fuerzas armadas. El general William Devereaux (Bruce Willis) es un cauto y reflexivo soldado que conoce perfectamente el peligro que supone sacar al ejército a las calles de una ciudad de los Estados Unidos. Aunque se opone a la adopción de la medida, cuando se le confía la nada envidiable misión de imponer el orden "manu militari", actúa como debe hacerlo un soldado: obedeciendo sin discusión y de forma decidida.
A medida que la persecución de los terroristas va haciéndose más angustiosa, las vidas de estos tres personajes se ven mezcladas en un dilema terrible y aterrador, en una situación que amenaza la misma esencia de una sociedad democrática y las premisas básicas en que se fundamenta. Los fantasmas de la represión, la persecución y una Constitución derogada, sobrevuelan este filme de intriga política y ¿admonitorio? que en varios países se llamó acertadamente "Estado de sitio".
Postales de la destrucción
Si "Contra el enemigo" indaga a partir del hecho consumado, "El pacificador", un mediocre filme de la factoría DreamWorks, intenta impedir que un terrorista de la ex Yugoslavia active la bomba nuclear que lleva atada a su cuerpo en el edificio de las Naciones Unidas. George Clooney, un militar de métodos pocos ortodoxos y Nicole Kidman, líder del grupo nuclear de la Casa Blanca, unen sus fuerzas para detener la catástrofe.
A pesar de la tendencia del cine norteamericanos de convertir en escombro a sus construcciones emblemáticas, las "torres gemelas" jamás besaron el polvo en el celuloide. No corrieron igual suerte el Capitolio ("Día de la Independencia" y "Marcianos ¡al ataque!"), el ex edificio de Panam ("Godzilla") y el puente de Brooklyn ("Contra el enemigo"). También, la Estatua de la Libertad queda sepultada debajo de la arena y del agua en las recientes "El planeta de los simios" e "Inteligencia Artificial", respectivamente.
En el filme de John Carpenter "1997: rescate en Nueva York", la isla de Manhattan queda convertida en una prisión, donde los criminales son abandonados a su suerte. Aparecen sus puentes minados, mientras el avión del presidente de los EE.UU. que sobrevuela la zona es abatido y el mandatario capturado por los asesinos, un antecedente directo de "Avión presidencial", con Harrison Ford. En cambio, en "Escape de Los Angeles", también de Carpenter, es un terremoto en el año 2010 lo que provoca que Los Angeles quede separada de la península de California, convirtiendo la ciudad en una isla. Una posterior dictadura deporta a ese lugar a todos aquellos que no sigan las actuales leyes. Por su parte, Morgan Freeman, vestido de presidente norteamericano, en "Impacto profundo" anuncia la proximidad del fin del mundo en la pantalla del Times Square, en Nueva York, producto del choque de un cometa contra la Tierra. Admonición cinematográfica que todo terráqueo espera que jamás se cumpla.
En la tragedia de ayer los aviones no identificados sustituyeron a los objetos voladores no identificados de la ficción cinematográfica. Lo cual parece una ficción mayor que los marcianos atacando el suelo norteamericano. En este sentido, la famosa frase "¡Vigilen el cielo"! en el final del filme de Howard Hawks, "Monkey Business", fue más que premonitoria. También hay otra frase del cine americano que hoy más de uno deberá estar recordando: "Este ataque quedará en la historia de la infamia", pontifica el presidente de los Estados Unidos en la publicitada "Pearl Harbor". Y en la última frase, que puede convertirse en estremecedora confesión de culpa y cargo, aparece en el final de "Contra el enemigo", cuando el personaje de Annette Bening relata cómo la CIA había entrenado terroristas en Medio Oriente para hacer el trabajo sucio que Estados Unidos no quería hacer y, cómo luego, al abandonarlos, los mercenarios toman venganza atentando contra objetivos civiles en suelo norteamericano.