| | cartas Carta abierta al padre Gorza
| Créame que no soy un desapasionado habitante de Fisherton al que le resulta indiferente la ampliación o no de la capilla del barrio. Podría argumentar situaciones personales, tales como que usted me casó en ella, que mis tres hijas fueron allí bautizadas, o bien, razones de carácter estético, en una ciudad como Rosario que nunca fue generosa, arquitectónicamente hablando, y la iglesia, como mínimo, puede decirse que es simpática. Soy consciente que quienes lo apoyan y quienes no, seguramente, tienen razones más que suficientes para posicionarse en una u otra vereda. Yo también tengo más de un argumento para sumarme al conjunto de los habitantes del barrio que no afronta con desinterés que se lleve o no a cabo la remodelación. Eso sí, quisiera hacerme eco de lo que -según publica La Capital - usted expuso ante la comisión de Planeamiento del Concejo en defensa de su proyecto: "Prefiero morir antes que dividir a la comunidad", de Fisherton, se entiende. Dicha frase vertida tiempo atrás, y que sirvió ahora para ser expuesta en pasacalles por aquellos que no comparten su idea, aparece ahora referida a quienes no encuentran comodidad en las actuales instalaciones de la capilla y deben participar de las ceremonias que allí se celebran desde la calle o a través de las ventanas. "Si no obro, si no trabajo, prefiero morirme, no puedo quedarme parado mirando como se divide todo a causa del local". Amén de no dudar de la buena fe que lo guía, la realidad coincide de manera exacta con la descripción de lo que usted afirma. La comunidad de Fisherton no se ha opuesto a que se le pueda brindar mayor confort a sus feligreses. A tal propósito indicó el terreno ubicado cerca de la avenida Jorge Newbery, y no es mi intención señalar las ventajas o desventajas de concretar el proyecto en dicho emplazamiento, caso contrario, quedaría desvirtuada la finalidad con que le dirijo la presente. Me aferro a las frases encomilladas y, respetuosa y afectuosamente, como mero observador de la realidad me permito decir a viva voz lo que constato: la comunidad de Fisherton ya está dividida a causa del proyecto de remodelación de la capilla. Ya está dividida, no porque yo lo diga, sino porque se recogen firmas en los comercios del barrio, porque se hacen manifestaciones públicas, porque se esgrimen ante el Concejo Municipal pensamientos favorables y contrarios a llevar a cabo una obra que no es pacífica y mayoritariamente aceptada por los miembros de esa pequeña comunidad. Por todo eso, está dividida. Deseo coadyuvar a calmar los ánimos y, en este caso nunca mejor aplicado, también los espíritus, a fin de evitar que se profundice aún más la división entre partidarios y contrarios al tema que nos ocupa, y en tal sentido me permito sugerirle que deje para más adelante el proyecto a la espera de que las aguas se calmen. Lo que cuenta es que lo más importante de todo esto no está en juego: quien quiera seguir profesando su fe lo puede seguir haciendo en el lugar que quiera. Alguien, con un poco de humor dijo: "Dios y María atienden todos los días, a cualquier hora y cualquiera sea el lugar en que te encuentres". Dr. Carlos Alberto Dalla Bona
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