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Otra forma de morir

Argentina parece un país en el que colectivamente vamos de muerte en muerte, asegurándose a cada paso destruir o condicionar todo aquello que nos posibilitaría ser algo más que millones de desolados, que se conforman cada vez más con menos. Cuantitativamente, hemos perdido y nos han robado mucho; cualitativamente, el daño es mayor, porque nos estamos disolviendo culturalmente. El descreimiento no selectivo, de todos por igual, es una consecuencia del no saber ya qué somos ni de imaginar siquiera qué podríamos ser. Por esto mismo, en general, la negación que se hace sobre la necesidad social de la política, y en particular, el relativismo sobre la importancia ética-estratégica de mantener el sistema de salud pública y el ataque al valor conceptual de la educación pública y gratuita en todos sus niveles, junto a su desfinanciamiento, son formas de agitar la muerte cultural (la cultura es lo primero que tuvimos y lo último que nos queda), lo que imposibilitaría los procesos de cambio que esperamos. Es necesario que, por encima de todos los lugares parciales en los cuales circulamos, intentemos el ejercicio honesto de pronunciarnos a favor de esos modos públicos que portan en sí mismos elementos potenciales capaces de generar mejores condiciones de vida.
Martín Trainer