| | cartas Wagner e Israel
| Y al fin se tocó Wagner en Israel. Pero, ¿a qué precio? No dudamos de las buenas intenciones de nuestro eximio compatriota, quien, por otra parte, a través de la música, precisamente, efectúa una admirable labor a favor de la paz palestino-israelí. Solo que, en este caso, el señor Barenboim se olvidó de algo sencillo de enunciar, difícil de practicar: "Ponerse en el lugar de otro", regla de oro que sustenta la comprensión entre los seres. Lo asisten en su proceder argumentos lógicos, democráticos, artísticos...; pero, ¿y las razones del corazón? Pueden pesar más que los otros razonamientos... Se dirá, tal vez, que con ese criterio no debería representarse Shakespeare en la Argentina, por dar un ejemplo; no están en juego ni un dramaturgo ni un músico y las circunstancias en ambos casos son diversas. Se trata, en el caso de Israel, de unos hombres y de unas mujeres en cuyas vidas el nombre de Wagner está cruelmente unido al recuerdo del horror y del asesinato. El tiempo, seguro, diluirá esa desafortunada asociación, pero creemos que, mientras exista un solo sobreviviente (que es lo mismo que decir un solo dolor que se avive con la ejecución de Wagner) cualquier consideración en pro de esa ejecución, por legítima que sea, debe ceder ante ese dolor e inclinarse con respeto. Lilian Miserendino de Leunda
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|