| | cartas Cavallero y el baile del camaleón
| No hay palabras que puedan describir el malestar que nos corroe cuando comprobamos la actitud de ciertos personajes políticos ante las próximas elecciones. ¿Será la desesperación por cubrir puestos (¿o cubrirse?) ¿será la miopía que produce el poder, que borra los márgenes de la dignidad? Lo cierto es que, a la angustiosa situación que padecemos los argentinos, se suma la falta total de ética, como en el caso de Héctor Cavallero. Esa falta de ética nos priva a los rosarinos de un luchador por los derechos del ciudadano como demostró ser en el Concejo el edil Jorge Aseguinolaza. Y también tranza con otros poderes para poder eternizarse en su camaleónica carrera política. Como con la mítica Pandora, se ha abierto la caja y nos atormentan a los argentinos las calamidades de la profecía, pero no olvidemos que también contenía esta caja la esperanza. Quizá Cavallero se dé cuenta de que no existe esta posibilidad, el 14 de octubre cuando el pueblo diga no a esta corrupción. Marta Dómina
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