Año CXXXIV
 Nº 49.229
Rosario,
martes  04 de
septiembre de 2001
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Fabricantes del sector acusan un aumento de pedidos para esta campaña
Las cosechadoras van por la revancha
Luego de tres años de retracción, el mercado se mueve por las perspectivas de una cosecha récord

De la mano de la estabilidad que muestran por estos tiempos los precios de los productos agrícolas y las estimaciones sobre una campaña récord de 73 millones de toneladas, los pedidos de cosechadoras por parte de los productores tuvieron un notable incremento en el último mes y medio.
La crisis financiera que prácticamente mantuvo cortado el crédito bancario al sector agropecuario en el último mes y medio no mermó el interés de los empresarios del sector por hacerse de la última tecnología en maquinaria de recolección, que se expresa en un aumento de los pedidos concretos efectuados por los concesionarios a los fabricantes del sector para atender una demanda que prevé su pico en los meses de octubre, noviembre y diciembre.
Aldo Torriglia, gerente financiero de John Deere, señaló que los pedidos de las casas de ventas para la época de la campaña de granos finos más que duplican a los del año pasado. "En el año 2000 vendimos 70 máquinas para la campaña fina y este año habíamos estimado unas 140, pero los pedidos de los concesionarios superan esa cifra", señaló.
La firma que produce en Granadero Baigorria en forma integrada con Brasil (fabrican los motores que se incorporan a las máquinas armadas en el país vecino) cuenta con la ventaja de tener su propio brazo financiero, John Deere Credit, lo cual le permite zafar de alguna manera de la sequía crediticia que persiste por el lado de los bancos.
Los créditos de las entidades oficiales, tradicional fuente financiera del agro, prácticamente desaparecieron en los fatídicos meses de julio y agosto. Recién en los últimos días del mes pasado, el Nación anunció una línea de 50 millones de pesos para afrontar los gastos de la campaña. La retracción de la banca oficial se hace sentir más en las empresas que no tienen su propio brazo financiero, como el caso de Don Roque, única fábrica de cosechadoras de capitales nacionales que queda en pie.
Silvana Bincoletto, gerente de la firma, confirmó el "enorme interés por comprar cosechadoras que se ve en estos días", aunque señaló que para que la gran cantidad de consultas que están recibiendo se transformen en ventas, es importante que "vuelvan los créditos a tasa razonable, como ocurría antes de julio".
Las otras grandes operadoras del sector, como Case/New Holland o Agco pusieron en marcha sus propias herramientas financieras, que permiten a los productores acceder a las máquinas a través del crédito prendario o el leasing, una alternativa que emergió con fuerza en la última Expochacra.
El mercado de cosechadoras en Argentina tuvo su pico en los años 96/97, cuando se vendieron más de 1.200 unidades anuales. A partir de allí, comenzó un camino descendente que redujo la plaza a unas 600 unidades. Con un camino sinuoso si se mide mes por mes, desde enero a julio el sector vendió 358 máquinas, 47 más que el mismo período del año pasado.
La tendencia acompaña, en cierta manera, al boom de ventas de sembradoras experimentado hace unos meses. Aunque en este caso se habla de mucha más plata, ya que el precio de las unidades nuevas oscilan entre 100 mil y 200 mil dólares.
Para Bincoletto, de Don Roque, "la estabilidad de los precios de los granos está dando confianza a los productores ".
Torriglia, de John Deere, agrega otro dato: la producción récord que se proyecta no sólo obliga a tener un buen fierro para evitar pérdidas sino que la superposición de las cosechas de soja y maíz (la última tendencia es anticipar la siembra de la oleaginosa) obliga a contar con mayor capacidad de recolección al mismo tiempo.
Esto mueve otro fenómeno, que es la incorporación a la demanda, junto con los contratistas, de productores de escala y con capacidad financiera.
Según datos que maneja la asociación que nuclea a los fabricantes, el parque de cosechadoras del país es de 18 mil unidades, con una antigüedad promedio de 11 años.
De esta manera, para mantener la capacidad de trabajo es necesario recomponer como mínimo 1.500 cosechadoras al año.


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