| | Reflexiones Titularizaciones docentes o el juego del Gran Hermano
| Pedro Romero José Romero (*)
¿Qué significa déficit cero para la educación? La respuesta inmediata quizás esté vinculada a los recortes salariales y de funcionamiento, que, hoy por hoy, son prerrogativa de los universitarios en la provincia de Santa Fe. Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla. En primer lugar, no parece ser sólo una cuestión de salarios docentes que, por otra parte, un problema recaudatorio volvería altamente vulnerables. En segundo lugar, el principio de gastar lo recaudado ofrece cuanto menos algunos cuestionamientos severos. Más de una familia estaría -aún hoy- dispuesta a no escatimar esfuerzos en la educación de su hijo por más que ellos impliquen endeudamiento. Difícil será hacerles comprender que el Estado ya no está en condiciones de hacerlo. El susto de Adam Smith y su Estado mínimo hubiera sido importante ante semejante abdicación. Vale recordar que el máximo éxito editorial de los últimos meses en Argentina ha sido el libro de Mohamed Yunnus, que no deja página sin reclamar que el crédito es un derecho humano y la usura su violación. En tercer lugar, la invitación no es una partida para improvisados. La figura del "Estado hueco" es una buena imagen del sistema educativo provincial. Tras la apariencia se esconden la fragilidad y la inconsistencia. La reincidencia en políticas públicas que ocasionaron buena parte de la crisis que vivimos son una demostración de ello. Desestimar el esfuerzo y el talento de los responsables de enseñar, perpetuar la corrupción asociada al clientelismo político, alentar la decepción de la carrera docente o aumentar el déficit de legitimidad son parte de la historia presente. El reciente proyecto enviado al Congreso provincial titularizando por ley varios miles de docentes suma a esta dinámica. Quede claro: los colegas que revistan como interinos tienen derecho a ser titulares. La pregunta es si los diputados y senadores son los encargados de cercenar un derecho histórico de la docencia argentina y santafesina: el concurso. Derecho que, por otra parte, no sólo es una conquista gremial y profesional sino la máxima herramienta de legitimidad social que puede ofrecer esa obligación cuestionada llamada "escuela". El populismo retrógrado y clientelista quizás esté dispuesto a mostrar su apariencia de Estado benefactor para ocultar su propia inoperancia. Convertidos en "Big Brother's", los legisladores "nominarán" a los nuevos titulares... sólo que esta vez será a ciegas. La innovación del juego dejará para otra oportunidad los méritos, esfuerzos, perfeccionamientos y dedicaciones. A los colegas es bueno recordarles que la zanahoria induce a la desconfianza. A los responsables: el momento demanda políticas públicas que superen lo simbólico -visibles y de corto plazo-. No se puede desaprovechar la oportunidad para transparentar y desburocratizar nuestra educación, quitar los bolsones de clientelismo e ineficiencia, alentar la carrera docente mediante el concurso así como reconciliar a nuestra sociedad con su escuela y sus maestros. Las voces llegan hasta aquí, son los docentes santiagueños que reclaman concursos contra el clientelismo reinante en esa provincia. Nos vamos a clase tranquilos, el Lole no es Juárez y Santa Fe no es Santiago del Estero. (*) Docentes e investigadores del Cerir Educativo
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