Pablo F. Mihal
Córdoba (enviado especial)._ La sensación que quedó fue que se pudo ganar. Duendes hizo todo el gasto pero pagó caro los errores que cometió. Los rostros adustos, las muecas de fastidio y la calentura propia de un resultado que tranquilamente pudo ser otro no hicieron otra cosa que poner en evidencia una mala tarde. La Tablada se quedó con el triunfo en la tercera fecha del torneo del Interior por 33 a 25, pero Duendes logró sumar -gracias a sus cuatro tries- un bonus que, en este tipo de campeonatos, vale oro. No obstante, esa percepción estuvo ampliamente justificada por lo que hizo el equipo verdinegro a lo largo de los 80 minutos. No sólo emparejó el juego con un equipo muy bien armado como La Tablada (el campeón cordobés) sino que por momentos lo sometió. Es más, no le ganó el partido porque se equivocó dos veces y lo pagó en su propio ingoal. El partido arrancó con el equipo local marcando los tiempos. Con orden y prolijidad fue mostrando las virtudes de un conjunto compensado, y con precisión y velocidad en el traslado de la pelota, sobre todo por parte de los backs, La Tablada comenzó a inclinar la balanza hacia su costado. Pero con el correr de los minutos, Duendes se fue solidificando en el juego a partir de una férrea defensa. El line fue un patrimonio exclusivo de los hombres del barrio Las Delicias y en el primer ataque profundo dejó bien en claro que también tenía capacidad de definición. Presionando adelante, moviendo la pelota, y buscando los espacios, Duendes se hizo sentir. El primer tiempo terminó con un 13 a 8 favorable al dueño de casa, pero nada estaba dicho. De hecho las acciones y la mutabilidad del marcador en el complemento no hicieron otra cosa que poner de relieve que lo mejor se vio en los segundos 40 minutos, que arrancaron con dos aciertos del apertura Esteban Roqué, que estiraron las diferencia a un 19 a 8. Duendes se dio cuenta de que la mejor forma de defender su ingoal era estando lejos de él y de hecho se instaló en terreno rival. Con Camilo Boffelli o Pablo Bouza yendo al frente en forma incansable (y de hecho elogiable), rompiendo las primeras líneas defensivas y agrupando varios contrarios para luego desplegar el juego, los verdinegros fueron acorralando a La Tablada contra su propio ingoal. Pero en el mejor momento de Duendes llegó la primera estocada del local. Una intercepción de Manuel Uranga en sus propias 22 yardas terminó en un try bajo los palos. Fue un balde de agua fría. No obstante, Duendes nunca se dio por vencido. Y con el try de Fernando Bilbao demostró que no estaba muerto ni mucho menos. Las acciones se hicieron un tanto más friccionadas y las tarjetas amarillas comenzaron a surcar el cielo del barrio Urca. Fue entonces cuando la emotividad salió a la cancha. Ambos equipos apostaron entonces a sus mejores cartas y al error del rival. Duendes se equivocó primero y lo sufrió en su propio ingoal. Ferraro jugó un line rápido que Juan Legora interceptó y apoyó bajo los palos. Después el amor propio de los verdinegros hizo salir toda su furia. Camilo Boffelli primero y su hermano Máximo después acortaron las distancias, pero no les alcanzó. El partido se lo llevó La Tablada aunque Duendes había hecho los méritos para que eso no ocurriera. No obstante el rugby siempre da revancha.
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